martes, 15 de diciembre de 2009
RESETEO INSPIRADOR Y ADIÓS A UNA DÉCADA
jueves, 12 de noviembre de 2009
DEL DESAPEGO AL RENACER DE TELÉSCOPO
Pero Teléscopo vivía enfrentado a dos realidades distintas y contrapuestas; el mundo de su mirada hacia el exterior y el mundo de sus raíces ancladas en el terreno más firme. La realidad que se mostraba ante sus inmensas lentes era la de un mundo de sueños y fantasías, de irrealidades y quimeras, de imaginación y de cosas que vienen y van, etéreas y volátiles, fugaces como las estrellas. Todo lo que ante sus lentes se mostraba era la inmensidad del espacio y del conocimiento total, las leyes de la física abstracta e intangible, el abismal mundo del que procedemos y al que nos dirigimos, el mundo de la totalidad. No obstante, todo esto era efímero.
jueves, 8 de octubre de 2009
EL LABERINTO DE GUSTAVO
viernes, 2 de octubre de 2009
AMORES IMPOSIBLES
miércoles, 16 de septiembre de 2009
SECUESTRADO POR LA VIDA EFÍMERA EN UNA HABITACIÓN AZUL
jueves, 10 de septiembre de 2009
ÁFRICA: AMOR Y MÚSICA QUE SE HACE ESPERAR
Me contó que un día, cuando llegó a una extensa explanada en la que una multitud se encontraba bajo la luna resplandeciente, comprobó que la música alegre hermanaba y creaba lazos cariñosos entre ellos, les emparentaba, les demostraba que estaban vivos... cayó en la cuenta de que la capacidad de amar era la fuerza que les hacía a todos iguales. Me contó que si algo caracterizaba al continente africano, por encima de todas las cosas, era la humanidad.
miércoles, 19 de agosto de 2009
FELICIDADES MENCÍA!!, FELICIDADES MIGUEL!!
martes, 18 de agosto de 2009
INSPIRACIÓN
jueves, 23 de julio de 2009
MI ABUELITA NOS DIJO ADIÓS
martes, 7 de julio de 2009
LA HUELLA IMBORRABLE DE QUIEN DESPARECIÓ POR UNOS OJOS AZULES
Tengo un recuerdo que no se me va de la cabeza. Es una imagen. Un niño y yo, jugando, aupados en una única bici, a la búsqueda de un tesoro desaparecido. La escena me viene nítida, aunque no distingo del todo bien los colores. Todo empezó por el Tío Román, que siempre fantaseaba con la búsqueda de un arca perdida, pequeña y brillante, expoliada en tiempos remotos y de valor incalculable. Nos hacía pasar horas investigando por los exteriores de su casa, entretenidos en nuestra heroica hazaña contra matorrales y empapados por la lluvia molesta, aunque, quizás, pienso ahora que con la intención de que le dejáramos en paz y con dedicación plena a su botella de ron. La verdad es que nos divertíamos mucho. Nunca encontrábamos nada que no fuera unas llaves perdidas o un bolso vacío.
a
a
Pero hay una cosa que no recuerdo. Mi amigo, ¿cómo se apellidaba?, ¿dónde podría localizarle?. En realidad, creo que no le volví a ver jamás. Todo fue por unas fotos, de una niña que nos pareció guapísima. Aparecieron en el maletín. Sus ojos azules nos cautivaron y Jesús me quitó los retratos de la mano. Me dijo: "me tengo que casar con ella".
a
a
Esa niña se llamaba Rebeca, Rebeca Simarro. Lo supe unos años después, cuando la vi ganar un concurso de belleza por la televisión. Se me ocurrió que si la buscaba a ella, quizás podía encontrarle a él. Desde aquellas fotos no sé nada de mi amigo, le imagino ahora muy atractivo y siempre supe que conseguía lo que se proponía. Me encantaría saber de ese niño que desapareció embelesado por unos ojos azules. En algún momento, pienso si yo era incompatible en su camino, pero desapareció con aquellas fotos dejando una importante huella en mi recuerdo. Vivía con la sensación de que encontró a aquella mujer. Cuando se marchaba, me dijo, mirándome fijamente a los ojos: "recuerda, no hables de esto a nadie, eres mi mejor amigo".
a
a
Han pasado años de aquel suceso. La verdad es que logré encontrar a Rebeca Simarro en la red. Y conseguí que contestara a mi pregunta. No conocía a ningún Jesús. Me quedé con una importante duda sabiendo que mi amigo podría estar deambulando por el centro de Madrid sin que nos reconociéramos cuando nos viésemos. Alguna mujer le habrá perdido, creo que vivía con ese sino. Esté donde esté, sé que algún día le daré un abrazo, intenso y cargado de emociones. Con él cerraré el círculo de las dudas que todavía tengo. Si me lees, recoge ya ese abrazo y espera a que nos encontremos. Los amigos de la infancia dejan una huella imborrable.
sábado, 23 de mayo de 2009
EXTRACTO DE MI PROYECTO "ZABALETA"
a
En el campo, con los amigos de su eterno barrio de Lavapiés, fusionando la extra percepción de los papeles secantes con las lecturas atormentadas de autores hipersensibles y pasionales, los sentimientos se exponenciaron hasta límites desconocidos para alcanzar un momento en que lo que era un orden o una ley natural, una comprensión absoluta, se convirtió en una caída hacia un abismo en el que nada cuadraba y todo carecía de sentido.
Ahora, se encontraba con escritores como Husley, que se reunían con médicos para analizar el verdadero comportamiento de las drogas psicodélicas. Y descubría todo un mundo interior que no le habían enseñado los catedráticos y que se podría desenmascarar con una apertura de las puertas de la percepción, propiciada por un consumo controlado de sustancias psicotrópicas.
Marchó a la biblioteca de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense y tomó personalmente un tratado sobre la esquizofrenia. Comprobó que determinados síntomas –falta de hilaridad en las conversaciones, sentimientos permanentes de miedo injustificado, alteraciones en el sueño, etc.- se habían apoderado de él. El libro corroboraba ese estado anímico que le había sobrevenido, tras un verano en el que todo parecía ser colorido y todas las ideas encajaban una detrás de la otra. Ahora, todo era confusión y sensación de angustia, de vivir incómodo. Y esos síntomas de esa enfermedad fatídica explicaban su situación presente.
Por un motivo del seguro que tenían concertado en la familia, Zabaleta se puso en contacto con la secretaria del Hospital Psiquiátrico Nuestra Señora de la Paz, y ésta le citó para el Doctor León. Por entonces, el doctor le diagnosticó una pequeña crisis de ansiedad y le habló de que ello era frecuente en determinados momentos del desarrollo, en la época de la adolescencia y la juventud, aunque también pudiera darse en edades más avanzadas, como la suya, y que también tendría su peso relativo el hecho de que hubiese consumido ácido lisérgico en repetidas ocasiones, lo que Zabaleta le había confesado. Pero le remarcó que no debía de alarmarse tanto y menos consultar por sí solo lecturas de las que él no era experto y que sólo le confundirían más. Le recetó Lexatin, un ansiolítico que le calmaría y que debería consumir todas las noches y mañanas de los siguientes seis meses.
lunes, 11 de mayo de 2009
DE CUANDO TOMÓ CONCIENCIA DE SÍ MISMA, FRENTE AL ATOMIUM
viernes, 24 de abril de 2009
LA MÚSICA DEL VIERNES ANIMA A LAS FIERAS
martes, 21 de abril de 2009
MICRORRELATOS DE LA SER: TENSIÓN CLÍNICA
lunes, 20 de abril de 2009
SE ME CAE LA CASA ENCIMA
a
a
martes, 24 de marzo de 2009
LOS VERSOS QUE GUSTAVO SIEMPRE QUERRÁ RECORDAR
El jaleo que tenía en su cabeza estaba adquiriendo una forma determinada, aunque quizás el resultado tuviera una forma de vacío inesperado, nada que ver con lo que hubiera deseado. El minutero de la vida giraba y giraba mientras nada de lo que vivía conseguía llenar ese hueco. En un pueblo perdido tomaba té y hacía un gurruño del papel que escribía con borrones. Después de tanto tiempo en que no me había necesitado, decidía ahora llamarme, y bajo nuestro código telepático entendía la urgencia de mi presencia y me plantaba en aquel valle asturiano, pidiéndole si me dejaba leer el papel engurruñado.
a
- A la Lucy, Abismo, ya sabes.
- ¿Qué te ocurre ahora con ella? -le pregunté, a pesar de que lo sabía todo.
- Me vine al campo, a meditar, a saber lo que realmente quería, a conocer la salud de mi enamoramiento por ella.
- Inteligente decisión -le apunté. ¿Y descubriste algo nuevo?
Se quedó pensativo unos instantes.
- Sí -hizo una breve pausa-. Quizás -añadió.
- Cuéntame, Gustavo, cuéntame.
a
a
Gustavo se acomodó en la silla, miró a lo alto y empezó a hablar pausadamente.
- Hay días en los que me levanto contento - explicó-. Me dirijo temprano a ayudar a mis vecinos a ordeñar las vacas. Voy feliz a hacerlo. Hablo con ellos y no me acuerdo de nada más, no me aqueja ningún problema, me siento bien conmigo mismo, sonrío a todo lo que me ocurre. Pero, de pronto, se me queda la mente en blanco y me echo las manos a la cabeza. Empiezo a echarla de menos, mucho, la imagino mimosa tumbada conmigo en el sofá, rebosante de ternura, cariñosa, compartiendo una cena conmigo. Mis vecinos me preguntan si me pasa algo y no les contesto nada, me quedo como ausente. Después vengo a esta mesa, tomo un papel y un bolígrafo, y escribo todo lo que siento por ella, descargo todos mis pensamientos en el papel y encuentro un alivio con ello. Pero al final, no me queda claro nada, me invade la confusión. Destruyo el papel y me voy al bar, con cierta agitación. Allí no me acuerdo de ella, en absoluto, me río, charlo con todo el mundo, me siento libre y despreocupado. Con la resaca del día siguiente, a pesar de todo, me levanto contento y me voy de nuevo a ordeñar las vacas. El acontecimiento se vuelve a repetir.
- Prueba a no ir al bar -le dije.
- A veces necesito no pensar en nada, vivir el momento nada más, evadirme de lo que me aqueja, disfrutar despreocupado con las conversaciones de la gente, parece que necesito hacerlo, Abismo.
- ¿Y por qué te has venido tan lejos? -le pregunté.
- Porque aquí me doy cuenta si de verdad la necesito o si todo es fruto de un capricho, y aquí no la tengo cerca para estar dándola mimos un día y mareándola al día siguiente. Aquí descubriré cuánto hay de real en mi enamoramiento.
- ¿Y cuánto crees que hay de irreal?
- Mucho. Acabo de romper la carta que le escribía. Me acabo de dar cuenta otra vez que no. Pienso ahora en todo lo que dudaba cuando estaba con ella, la imagino comportándose de la misma manera conmigo, cuando se ponía histérica y perdía los estribos fruto de sus manías. Imagino de nuevo volver a lo mismo, y no quiero.
- Y ese poco, ¿a qué se refiere?
- No sé. Cuando estaba esta mañana ordeñando a las vacas... No sé. Me viene a la cabeza la idea de hacer un hogar con ella, un hogar cálido, con niños, con amor, me imagino viviendo feliz con ella.
- Continúa unos días más en este pueblo -le dije-. Pero no vayas tanto a los bares. No hagas un gurruño del papel cuando pienses haber terminado de escribir. Guarda el papel junto a los demás. Y no los releas hasta pasado un tiempo. En vez de ir al bar, escribe sobre tus momentos de despreocupación, frivolidad y libertad. Cuando hayas hecho esto durante varias semanas, vendré a verte nuevamente. Sabrás decirme qué decisión has tomado y tu vacío se habrá llenado con el poso de haber elegido en la vida lo que realmente querías. No te preocupes, el tiempo te dará la clave.
Gustavo se levantó de la silla, deambuló por la habitación de un lado para otro y finalmente me dijo:
a
- Gracias, Abismo. Continuaré escribiendo cartas de amor que no llegarán a su destino, continuaré madurando mis ideas, continuaré en este pueblo hasta que me dé cuenta de todo. Pero ahora, me apetece escribir algo.
a
- Hazlo, le dije, no lo dudes.
a
- Hazme un favor, Abismo.
a
- El que quieras, ya lo sabes.
a
- Voy a escribir una poesía - me dijo- y quiero que me la guardes, que la tengas para siempre guardada, que me la recuerdes cuando más lo necesite.
a
- Adelante -le dije.
a
Gustavo tomó otro papel y empezó a escribir de carrerilla:
a
"Fin de un romance largo.
Transición hacia no sé bien dónde.
Me quedo desnudo y libre de cargas, ligero como un avión de cartulina.
Mis alas siguen intactas, desean abrirse con elegancia.
Retornará la pasión y lo emocionante en el momento menos esperado
mientras continuaré mi camino alejándome de su espesura.
Sólo así me sentiré libre y despierto.
a
Un nuevo camino se abre.
Se acabaron las postales en torno a la ermita
y la luna llena ya no será lo mismo,
el cariño oriundo de un valle acogedor,
la fe depositada en un futuro nunca existente
los besos salados y las lágrimas esparcidas por la piel que te abrazaba como una rosca.
a
Se acaba un romance largo
Ella se divierte
Yo... hago lo mismo
¿Qué siento?, me pregunto reiteradamente.
Preparo mi vuelo no sé bien hacia dónde
cierro mis ojos y sonrío al sol placentero
Es primavera, pienso.
La libertad me regalará los mejores momentos"
A
- Guárdalo -me dijo seriamente.
a
- Bonitos versos. No los olvides -le dije, con cierta ternura.
a
- Te los doy para que siempre me los puedas recordar. No quiero socavarme bajo tierra en los momentos bajos con ideas sobre el amor que pudo o que no pudo ser, no quiero hundirme creyendo ideas equívocas que me consideren desdichado. Quiero que esta poesía me recuerde siempre que soy un ser libre, que nunca más me enrredaré en histéricas discusiones sin sentido, que nunca pensaré que estuve equivocado, que la libertad es el don más grande que tenemos. Quiero que siempre me recuerdes que mi camino habrá quedado para siempre libre de estupideces y de tonterías, que mi camino estará siempre abierto a las emociones de verdad.
a
- Lo haré, Gustavo.
a
Y me marché de súbito, con el papel de la poesía en la mano. Pensé que sería el antídoto contra sus momentos de flaqueza. No necesitaba estar más allí. Su mensaje era esperanzador. La libertad sería su arma infalible contra toda queja vital. Al verle así, sentí que se estaba curando, que adquiría armas para seguir adelante. Sus ojos me habían enseñado que no se había dormido, que continuaba luchando. Quedaba claro que no había futuro con la Lucy. También que Gustavo se iría encontrando mejor, poco a poco.
a
a
a
A los diez días de aquel encuentro, Gustavo retornó a la ciudad. Había repuesto sus fuerzas; sus alas aleteaban con más virulencia. Durante un tiempo no me llamó. No volvería a tener ninguna duda sentimental hasta pasado un tiempo. Pero eso ya es otra historia. Llegaron tiempos de calma, de cierta estabilidad emocional. Por el momento, vivía frenéticamente y no me necesitaba. Se sentía feliz, en calma.