Llegó un momento en que el bicho ése, o lo que fuera, se había apoderado de mí, se había entrañado en mis brazos, circulaba por mis piernas, se abrazaba a mi cuello, e incluso se adentraba sutilmente por mis partes más íntimas, a modo de borrachera enloquecida de la sangre, probablemente infectada de tanto atropello inevitable, conquistando el reino de mis picores más descomedidos y pertinaces, calmados suavemente con insanas pomadas corticoidales que no me permitían una ropa común o una postura habitual, en una desquiciante búsqueda de un momento de calma y cuando parecía que el picor era a propósito para que el bicho se propagase.
Por fin, ese momento llega, pero debo de tener un cuidado extremo para no apoyar mis antebrazos sobre mis muslos, para que mis muslos no se rocen entre sí, ¡horror!, en las manos aparece el bicho, es difícil controlar la situación, coger la postura, intentar no rozarse. La pomada propaga el bicho que se hace fuerte y que renace en zonas hasta ahora inconquistadas. Debo tener cuidado, el problema se agrava a trompicones.
Básicamente éste sería el motivo de la falta de mi habitual presencia por el blog, toda vez que ahora la infección se desarrolla con mejoría y los actos rutinarios me parecen llevaderos, aunque ciertamente continúo con el carmesí de mi piel reseca y la propensión a un picor insaciable y soporífero, entre médicos y hospitales, análisis y biopsias, pomadas, corticoides e hidratantes, protectores del estómago y un sinfín de esclavas instrucciones incómodas, aun con tiempo sobrado para poder ponerme al día de nuevo con los abismos de lo ínfimo.
Probablemente el bicho éste haya venido a mí por una alergia a un metal aparentemente manso como es el níquel, porque como dije en su día todo empezó por un cinturón traicionero con hebilla de metal, mucho después de lo que mis muñecas recuerdan sin saborío sobre el reloj que les desescamó la piel eccematosa en un verano en el que el cloro de la piscina era un veneno en sí mismo y el calor eufórico e insoportable. Pero ahora que mis pantalones han sido remendados por una costurera del barrio y han sido despojados de todo metal traicionero, puedo vestirme con total normalidad y creer que la vida es llevadera, así que puedo dirigirme, a día de ayer, al tumultuoso escaparate del rock compuesto por el retorno a los escenarios de los legendarios y añoradísimos Extremoduro, en el Estadio Juan de la Cierva de Getafe, en una auténtica catarsis del rock que nunca muere exaltada por una vigorosa multitud alegre y pacífica que disfrutó como nunca de ésa insaciada guitarra y voz enérgica e incombustible del Robe, que sinceramente triunfó en la noche de ayer. O sea, que la vida se me presenta ahora más llevadera, menos mal, por lo que si me quiero dar una vuelta por el Rastro, me la puedo dar, si tengo que bajar a comprar unas cosas, puedo bajar e ir adonde sea, puedo vestirme con normalidad, menos mal, se acerca el fin de esta pequeña agonía.
Así que todo se hace más llevadero, también desde que el miércoles me levantara temprano y mientras desayunaba observase las paredes sucias y ennegrecidas de mi pequeño salón, y comprendiera que la pintura era ya cuestión de necesidad para disponerme a organizarlo todo y hacer realidad el plan, con lo que me puse manos a la obra en el literal sentido y desde ayer disfrutamos en mi casa de un espacio totalmente renovado e indudablemente más cómodo, todo después de una inspiración del feng shui que nos ha llevado a cambiar las cosas de lugar, y hasta de sentido, y también a llenar las bolsas de basura innecesaria e incómoda, haciendo del salón un lugar mucho más llevadero, que también hace porque la vida se lleve mejor. Que la vida nos siga llevando, es lo que ahora pienso.
3 comentarios:
Después de ser víctima de un nuevo episodio eccematoso severo me alegro que hayás llegado, pasando por lo tolerable, sufrible, soportable...a lo llevadero...lejos de placas pruriginosas... ;-)
Cuidate Abismo...
Feng Shui y Extremoduro, eso si es Seguridad Social!!!
:-)
A mejorarse wapeton!
Besos!
Karen: seguro que tu dictamen al ver mi piel era como el del Dr. House, mucho más veraz que el de mis médicos, que cada día me dicen una cosa. Ahora me hablan simplemente de eccema, cuando llegaron a hablar de la anómala pitiriasis rubra, que por lo visto no tiene nada que ver. Por cierto, que en los últimos días la mejoría está siendo notable. Besos.
Luna: molaría. Que el médico te recetase un cambio de orden en casa y un concierto de Extremoduro. ¡Eso sí que es Seguridad Social!. Por cierto, me moriría por estar por tus tierras para ver mañana a Radiohead, lo que todavía hoy me estoy planteando, otra vez las cosas para la última hora. Besos.
¿Os planteáis si a veces vosotras, bloggeras, el blog se os hace pesado y os cuesta actualizarlo aunque otro día te aparece como lo que te da toda la vida?...
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