El Loco se despertó de súbito en la India abandonando una pesadilla en la que volaba arrastrado por la corriente. La ventana estaba abierta, aún era de noche. Un halo de luz tenue entraba oblicuamente, escurriéndose por el pasillo. Acudió a la ventana y observó una extraña luna azul, omnipresente y obscena, todopoderosa, que atraía a su mirada abducida. La luna parecía sonreír abiertamente y parecía comunicarse con señas. Sólo el ruido del viento intermediaba entre el Loco y la luna. Fueron unos minutos incalculables, inescrutables, antes de que el sol empezase a despuntar...
...El amanecer emborronaba la huella de la luna en el cielo, poco a poco. Pero la luna se despedía de el Loco, con un gesto, procurándole una sensación. Recibía la emoción como las notas acompasadas de una bella canción, germinando en él una sensación de felicidad etérea y eterna que le transportaba por todos los poros de la piel un vibrante estado de química en acción, y con esa emoción adherida despedía la escena con una ancha sonrisa y abandonaba el marco de la ventana con el anhelo de seguir sonriendo a la vida, encendiéndose un cigarro que evocaba verdes esperanzas, no sin un cierto deje histriónico.
El Loco vagaba feliz por un mundo en constante cambio, al que se adaptaba camaleónicamente con alegría, pacíficamente, y se dejaba llevar por la crecida del río de la ciudad, cabalgando al paso por las calles que despertaban en él los estímulos que le mantenían vivo, galopando cuando las sensaciones fuertes se apoderaban de la escena en la que compartía una cerveza con su colega del alma y los vientos enloquecían y embravecían las aguas, siempre con una sonrisa en la boca después de la satisfacción de haber salido ileso. La idea de lucha, de pelear por unos ideales, por una justicia inalcanzable, de correr delante de la policía como un peligroso alterador del orden público, de evadir las leyes a doscientos por hora de Vitoria a Bilbao a la espalda de un alma vendida al diablo, dejando florecer sus nervios como relámpagos en el momento más inesperado, haciendo perenne su inconstancia después, reviviendo las idas y las venidas, y las contradicciones, de su padre... todo ello desaparecía cuando la emoción que la luna azul le había transmitido esa noche mágica en la India reaparecía en cualquier situación en la que se encontrase. Ningún mal le atemorizaba ahora, nada que no tuviese solución podía contra él, nada podía contra el antídoto que la lección de la luna azul le había dado para siempre.
Nota: Hay quienes piensan que la "Blue moon" es una sensación que provoca la segunda luna llena del mismo mes, y que se reduce a una sensación de felicidad eterna y despreocupada en la que nada es necesario y en la que reina el buen rollo y la humanidad propia de los rastafaris. El fenómeno ocurre aproximadamente cada dos años y medio, aunque entre enero y marzo de 1999, mucho más excepcionalmente, ocurrieron dos lunas azules, con un mes de febrero en el que no hubo ninguna luna llena. Esta sensación, dicen los rastafaris, una vez que se experimenta, se lleva adherida para toda la vida, contra todo mal. Anunciamos a través de este blog que la siguiente "Blue Moon" será la Nochevieja próxima, ¡toma ya! Os paso, de paso, un calendario lunar del 2009. Desde el miércoles pasado, la luna crece y crece hasta la siguente luna llena del 11-M, mmm