Tengo un recuerdo que no se me va de la cabeza. Es una imagen. Un niño y yo, jugando, aupados en una única bici, a la búsqueda de un tesoro desaparecido. La escena me viene nítida, aunque no distingo del todo bien los colores. Todo empezó por el Tío Román, que siempre fantaseaba con la búsqueda de un arca perdida, pequeña y brillante, expoliada en tiempos remotos y de valor incalculable. Nos hacía pasar horas investigando por los exteriores de su casa, entretenidos en nuestra heroica hazaña contra matorrales y empapados por la lluvia molesta, aunque, quizás, pienso ahora que con la intención de que le dejáramos en paz y con dedicación plena a su botella de ron. La verdad es que nos divertíamos mucho. Nunca encontrábamos nada que no fuera unas llaves perdidas o un bolso vacío.
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Pero hay una cosa que no recuerdo. Mi amigo, ¿cómo se apellidaba?, ¿dónde podría localizarle?. En realidad, creo que no le volví a ver jamás. Todo fue por unas fotos, de una niña que nos pareció guapísima. Aparecieron en el maletín. Sus ojos azules nos cautivaron y Jesús me quitó los retratos de la mano. Me dijo: "me tengo que casar con ella".
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Esa niña se llamaba Rebeca, Rebeca Simarro. Lo supe unos años después, cuando la vi ganar un concurso de belleza por la televisión. Se me ocurrió que si la buscaba a ella, quizás podía encontrarle a él. Desde aquellas fotos no sé nada de mi amigo, le imagino ahora muy atractivo y siempre supe que conseguía lo que se proponía. Me encantaría saber de ese niño que desapareció embelesado por unos ojos azules. En algún momento, pienso si yo era incompatible en su camino, pero desapareció con aquellas fotos dejando una importante huella en mi recuerdo. Vivía con la sensación de que encontró a aquella mujer. Cuando se marchaba, me dijo, mirándome fijamente a los ojos: "recuerda, no hables de esto a nadie, eres mi mejor amigo".
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Han pasado años de aquel suceso. La verdad es que logré encontrar a Rebeca Simarro en la red. Y conseguí que contestara a mi pregunta. No conocía a ningún Jesús. Me quedé con una importante duda sabiendo que mi amigo podría estar deambulando por el centro de Madrid sin que nos reconociéramos cuando nos viésemos. Alguna mujer le habrá perdido, creo que vivía con ese sino. Esté donde esté, sé que algún día le daré un abrazo, intenso y cargado de emociones. Con él cerraré el círculo de las dudas que todavía tengo. Si me lees, recoge ya ese abrazo y espera a que nos encontremos. Los amigos de la infancia dejan una huella imborrable.
5 comentarios:
que bueno dale tiempo al tiempo y veras como todo sucede suerte
Anda, el paisaje de la foto publicada me suena..huele a Conquezuela....muy buena la foto..Salut¡¡¡
Me ha gustado tu relato, suena tremendamente real. Es verdad que los amigos de pequeños dejan una huella imborrable, es que estamos muy nuevos y todo se nos queda impreso a fuego. Esa Rebeca debía ser la bomba. Me pregunto si todas las Rebecas del mundo tendrán los ojos terriblemente azules, unos ojos que a uno le arrastran sin remedio. Yo también recuerdo esos ojos Abismo, pero no los de Jesús, si no otros que eran míos.
Creo que la inmensa red es la hacedora de milagros de nuestro tiempo. Si en alguna época ha sido más fácil encontrar cosas perdidas, es en esta. No desistas ;)
Abismo, precioso relato¡¡¡¡ Por un momento me he podido transportar en el tiempo a aquellos maravillosos veranos, que pasaba en mi pueblo, con mis amigos de la infancia... Nosotros también buscábamos tesoros... que si alguna lagartija estraviada, decenas de hormigas que ibamos metiendo en una cajita del "tulipán", luciérnagas espectaculares y que nunca llegabamos a comprender porque irradiaban esa maravillosa luz que nos hipnotizaba, jo, que recuerdos¡¡¡¡¡ espero que mis hijos, lleguen a tener recuerdos tan maravillosos de su infancia y que no los abandonen nunca, estoy segura de que será así.
Un besazo enorme¡¡¡¡
Oliva.
Loko, gracias, sucederá. Manis, qué ojo!! Cyllan, recojo tu mensaje cargado de fuerza. Cuñada, qué bonito, tu hijo ya está recogiendo esos recuerdos imborrables... muchos besos!!
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