lunes, 28 de julio de 2008

VERANO PARTICULAR


Desde una oficina atrapada entre las fauces de un verano abrasador sin apenas gentes por las calles desiertas, uno se encuentra a sus anchas. Ni la jefa, ni el jefe, ni tampoco la súper jefa mostrarán sus dotes de liderazgo por aquí pues las vacaciones o las obligaciones relativas a la salud les mantendrán alejados de esta lúgubre oficina de neones pálidos y paredes de tarima gris, dejando vía libre a que uno se organice como quiera, a que planifique su día a día, a que uno aparezca y desaparezca, a que entre y a que salga, a que conforme los designios de un día que perdurará en el contorno de una ciudad abandonada por quienes se exilian a lugares más frescos, o más húmedos, y dejan las calles vacías y los huecos libres en el aparcamiento, los cines sin colas y los lugares preferidos ofreciéndose vacíos para el goce.



Esta ciudad de contaminados efluvios ocasionados por los tubos de escape de tanto autómata apresurado y que deja un lugar ahora para que fluya una corriente de aire, aun siendo cálida como si manase de los mismos rincones del desierto, le permite a uno cualquiera disfrutar de respirar el aire puro libre de tanto tumulto y de querer disfrutar del silencio que han dejado quienes con tanta vehemencia han desaparecido de repente por unos días, gozando de encontrar similitudes entre una urbe como Madrid y un pueblo cualquiera de Castilla, entrando a las tiendas que permanecen abiertas sin el agobio de ser empujado y de esperar a que tanto individuo sea satisfecho, cruzando las calles a paso lento, relajado, agradecido, disfrutando del eco que han dejado quienes con tanto ímpetu se dirigían apresurados por aquellas calles otrora ruidosas y ajetreadas.



Se van lo jefes, se van los vecinos, y hasta incluso la novia se va, que prefirió adelantarse a las vacaciones con un agosto en la costa que la vio parir y que me dejará solo frente a una soledad que se mueve codo con codo con una ferviente masa de gentes anónimas que se mueven por un Madrid distinto. Se sorteará agosto con la vista puesta en el vuelo charter que me llevará, junto a un gran amigo y a finales de septiembre, a la misma Bombay, con veinte días por delante para recorrer libremente el país. Será un agosto sin jefes, sin novia, sin vecinos, sin ruidos, un agosto tranquilo, aunque haya que madrugar, será un agosto en silencio.



Desde este particular silencio, no dejaba de olvidarme de este rincón en la blogosfera desde donde me encuentro en contacto con vosotros, lectores, a quienes echaba sensiblemente de menos y a quienes quería acercarme con cariño con estas líneas. De ahí que mi necesidad de contaros algo se haya consumado hoy, al retornar al blog después de unos días de retiro, mientras probablemente algunos sufráis los calores de una gran urbe y otros estéis disfrutando de las cervezas en un chiringuito playero, siendo Internet lo que nos ponga de común acuerdo. Que disfrutéis todo lo que os dejen y que vuestras experiencias sean el deleite futuro de nuestros oídos cuando nos las contéis. Buen verano a TOD@S.

viernes, 4 de julio de 2008

DEL QUEBRANTO A UN CIELO INESPERADO




Me siento aprisionado, marchitado y arrinconado


tras la armonía de una bella canción


que me emboba a la sazón


desde la alegre habitación de al lado.



Me siento manchado y lleno de barro


y mis recuerdos, que son un montón


perviven tristes y almacenados en un resistente cajón


en donde nada es puro, tampoco es deseado.



Por eso el sino de este evento


que nada deseo a quien lo lea


no es si no el azar y el latir del viento.



Y es entonces, cuando sube la marea,


antes de terminar esto, que no es un soneto,


cuando ruge el raciocinio y la verborrea.



Cuando siento lo que digo y digo lo que siento


y los vientos se menean


y me veo, al fin... en un inesperado cielo.