viernes, 24 de abril de 2009

LA MÚSICA DEL VIERNES ANIMA A LAS FIERAS



Se me cae la casa encima y me levanto con energía. El viernes comienza con un manotazo al despertador y el ánimo descansado. Después de vestirme, me asomo al patio de mi corrala y el cielo azul pálido preside la escena. Atrás dejo la casa que se me cae, con un paso decidido. He optado por un paseo vespertino que sustituya a la bici que luego, por ser viernes, se pueda convertir en un estorbo. La gente pasea contenta y sin prisas. Parece que la crisis les anima a salir y a olvidarse de toda penuria. Las recientes lluvias han provocado unas sonrisas soleadas. Hay calma, y alegría. Yo, que leí un artículo ayer que me envió una bloggera respetada sobre el slow down, me dejaba llevar por las calles haciendo del presente el momento más mágico de mi vida. La Plaza de Cibeles, efervescente. El ánimo primaveral y las arboledas del Prado, una bella postal. Pero llega el momento de entrar en la oficina.
a
a
a
a
a
Desde ella escribo ahora y pienso en todo lo que existe fuera de esta sala pálida en la que las teclas de los ordenadores y los teléfonos ignorados suenan como una triste melodía de una película amarga. Me quedo con la idea de que pronto abandonaré este edificio en el que sus almas están abatidas y deseosas de abandonarlo, con la lástima de que por poco tiempo y sin ninguna intención vacacional. Sólo quiero acordarme de una cosa; que el tiempo del que ahora dispongo sea intenso y no se me escape de las manos, que me cundan las emociones y que olvide que mi casa se me cae, que continúe levantándome con el ánimo positivo, y que llegue el lunes aquí otra vez habiendo disfrutado de una nueva aventura, una sensación dulce que recordar en los momentos más grises, con la confianza de que la semana se hace llevadera. En breve, estaremos tomando unas cañas haciendo también mágico ese momento. Dejaremos de ser fieras en una jaula informatizada en la que vuelan los papeles. Así es la sociedad que nos ha tocado vivir. Que gocéis y gocéis.

martes, 21 de abril de 2009

MICRORRELATOS DE LA SER: TENSIÓN CLÍNICA



Luego se fue corriendo. No quiso saber más. Ni siquiera miró hacia atrás. Corrió hacia el precipicio y se paró de súbito frente al abismo. Se quedó pensativa, meditando la contestación escuchada. Él corrió detrás, unos segundos después, gritando su nombre. El eco retumbaba a las mismas aves. Finalmente se abalanzó al infinito. Desde entonces, él quedó sordo, continúa favorablemente con el tratamiento y cada dos por tres grita el nombre de esa chica. No conoce a nadie. Ella se enganchó a un árbol y se salvó. Está afuera esperándole. “Dígale que pase”, le dije, esperando un revulsivo en el enfermo.








"Luego se fue corriendo". Así debe empezar vuestro microrrelato, por si os apetece concursar. Recordar: máximo 100 palabras sin contar la frase inicial. Vuelvo a dejaros el link. Besos y abrazos con olor a primavera!!

lunes, 20 de abril de 2009

SE ME CAE LA CASA ENCIMA



Martes por la mañana, en la oficina. Una llamada del Administrador de Fincas al móvil. Recuerdo fugazmente mis obligaciones como Presidente de la Comunidad de Vecinos, que no puedo eludir. La misma voz de siempre, enfatizando sobre cualquier asunto que se precie, la de la secretaria triste. Me dice que por fin llegarán al día siguiente los arquitectos que se enfrentarán a los problemas derivados de las vigas de mi edificio, de 1861, por supuesto de madera y carcomidas por las destructoras aguas de los cuartos húmedos. Me alegra saber que por fin se ponen manos a la obra y que se acabaron aquellos sueños atroces en los que me despertaba como polizón en la cama del vecino de abajo rodeado de cascotes. Pienso que por fin las cosas se hacen bien.




a
Al día siguiente, me quedo a esperar a los arquitectos. Deciden que mi casa hay que apuntalarla, el baño y la cocina. La nevera no deberá estar en su sitio. La cocina se desmontará en su día y probablemente en el empeño se estropee y tenga que aparecer reflejada en la factura comunitaria como otro gasto aparte. Habrá que hacer una cocina y un baño nuevo, prácticamente nuevas tres plantas del edificio. Habré de mover todo el contenido de mi casa y arremolinarlo en huecos y rincones. Mi ánimo de supervivencia derrota al de la pereza.
a



a


Ya no era sólo el temor de que la casa del tercero se abalanzase sobre la del segundo y ésta sobre la mía. También el techo de la que tengo debajo cede y sus vigas de madera se deshacen con las manos. Me había alegrado el día anterior de que por fin se pusiesen manos a la obra, pero ahora me entra el agobio de pensar que tarde o temprano me tengo que marchar. Lo peor de todo, que deberán ponerse de acuerdo todos los vecinos en lo que a presupuestos se refiere. Y esto puede conllevar mucho tiempo, mientras mi rumbo itinerante por la ciudad se llegue hasta asfixiar. Manos a la obra, a ponerse las pilas. Me llama la atención que no me derrumbo, a diferencia de mi querida casa, que hasta me pone la idea de una nueva vida en la que se sucedan las aventuras con el ánimo de querer estar vivo y despierto. Dormiré un día en un sitio y otro día en otro, qué problema hay, pienso.
a


a
Desde entonces se suceden en mi vida las duchas en casa del colega, las comilonas como antaño en casa de mi ex, las lavadoras en casa de una y las siestas en casa del otro... Todo el mundo se presta a ayudarte. Oye, que si necesitas cualquier cosa, te pongo una lavadora. Te dejo una llave, vente cuando quieras. Me levanté el otro día de resaca, después de una noche en que el carraspeo de la nevera en mi oreja se había apoderado de mi sueño y la casa se me había caído encima, casi literalmente. ¿Dónde comeré hoy?, ¿dónde me ducharé? Era como si me hubieran dado con un mazo en la cabeza.
a



a
Luego agarré una balleta y la pasé por la cocina. Y me aferré entre los dos puntales del baño para lavarme las manos o sentarme en el váter. Me dije, ¡si puedo seguir viviendo aquí! Y continué sabiendo que mi habitación seguiría siendo mi casa, que aún no tenía ganas de marcharme, aun sabiendo que pronto mi rumbo itinerante me llevaría a una casa y luego a otra. Aprovecho para decirte que probablemente en la tuya me asiente unos días. No quiero molestaros mucho, pero prefiero hacerlo un poquito a todos, para que no se note tanto. Intentaré dejarme aparcadas en esta casa que se cae mis más maniáticas manías.



a