lunes, 29 de octubre de 2007

CITAS TÁCITAS VOL.2


"Es el cine el único arte que de verdad puede atrapar la ideología de una época"


Slavoj Zizek, filósofo. 2007

UN PERIÓDICO. Y UN CAFÉ QUE NO LLEGA.


El periódico no para de sorprenderme. El jueves salí del trabajo puntual, a las dos, y me dirigí al quiosquero al que más me siento atraído últimamente a comprar el noticiario, después de que paso por cinco quioscos en un trayecto de veinte minutos, de casa al trabajo y viceversa, como un autómata, todos los días. Compré El País y me fui con él al mismo Paseo del Prado, con el vertiginoso transitar de los coches -conducidos por mentes aun más autómatas- a mis espaldas y el espejismo de encontrarme en un parque de príncipes enfrente. Me asombra una imagen.
Al momento, después de leer, me doy cuenta de que se trata del primer documento gráfico del martirio de los aspirantes a inmigrantes en alta mar. ¿El primer documento gráfico?. No deja de ser una curiosidad. Pero no deja de ser una curiosidad que en España, después de todo lo que creíamos haber pasado, haya MUCHA gente que tenga tantos prejuicios raciales. Animaría a algún joven talento de la industria cinematográfica a realizar una producción acerca de la realidad del inmigrante, de modo que nadie pueda hacer ya comentarios racistas, por respeto a la historia.
También me asombra otra noticia. El soborno que intenta hacer la Administración Bush al régimen cubano para que en la isla triunfe la deseada democracia que ellos quieren. El mismo que le quita la mano, ahora se la ofrece generoso a condición de que escriba cien veces en la pizarra: "No pensaremos jamás como lo hacían los comunistas". ¿Pero acaso creen los americanos que los cubanos son tan tontos?. Después de tantos años... Dejar que los cubanos se las arreglen, que es un pueblo que perfectamente va a saber hacer los deberes a la muerte de Fidel.
Leyendo como se encuentran los cubanos en la tertulia sobre el futuro de la isla, caigo en la cuenta de que no he fichado la salida en el curro. Así que me dispongo a andar lo andado y retorno rumbo a esa máquina que nos controla una buena parte de nuestro preciado tiempo, pero en el camino decido ir a comer a un comedor sito en un edificio público, un comedor de funcionarios.
Me sirvo la comida en la bandeja y cuando voy a pagar me percato de que me falta menos de un euro para la cuenta, así que pido amablemente poder ir al cajero para retornar con el dinero. "Habla con el encargado", me contesta la cajera con cara de bulldog. Y hablo con el encargado. Sin problemas porque cuando me dirigía al cajero me encuentro con Eduardo, un compañero de trabajo, cuarentañero, que está sentado con una mujer que es diez años mayor que él. Él me presta el euro y yo, por un momento, pienso que él pueda estar flirteando con ella, así que decido ir a comer a otro rincón. Es ella la que me intenta dejar claro que no hay ligoteo de por medio y me invita a sentarme. Recuerdo que hablamos del dejar de fumar, cuando de pronto Eduardo terminó de comerse su yogur y dijo que se iba.
Ella también se iba. Y yo me quedé solo, en una mesa de unos veinte metros de largo, presidiéndola. Fue una situación algo absurda la de sentirme absurdo presidiendo una mesa de veinte metros, que estaba junto a otra mesa en la que otras dos compañeras se confesaban sus menudencias. Pero me sentí absurdo. Abandoné el comedor contrariado. Ganas de dejar de fumar, incertidumbre por Cuba, la larga mesa del comedor.
Marché entonces a fichar con la intención de degustar un exquisito café después. Me apetecía un buen café, con el periódico como entretenimiento, pero nunca me acuerdo de ningún sitio donde haya un buen café. Así que deambulé por Chueca con el fin de encontrar ese momento de relax. Pasé por la puerta de un Starbucks pero me acordé de lo malo (y caro) que es su café. Y cuando fui a entrar en otro café, me acordé de súbito que no había ido a ningún cajero. Y luego buscaba un cajero. Y entonces sonó mi móvil. Me llamaban las obligaciones. Igual que ahora, cuando escribo. Así que creo que es buen momento para dejarlo. El caso es que no me pude tomar el café. Ahora tampoco.

miércoles, 24 de octubre de 2007

SARA PÁRBOLE, UNA PRINCESA BUSCONA


El día en que conocí a Sara Párbole (Madrid, 1974) es de dudosa exactitud. Ni ella ni yo lo tenemos claro a día de hoy. Hoy en día, nos podríamos enzarzar en el enredo de plantear como nos conocimos, pero apenas llegamos al consenso de que fue a finales de 1995. No sabemos si fue más por un primo mío o fue por coincidir en el Campus de Somosaguas; ella en Sociología, yo en Ciencias Políticas. Pero nos conocimos, seguro, charlando de la vida misma, de la actualidad que nos rodeaba, de las ilusiones que teníamos, siempre en busca del ideal de justicia, siempre desde el punto de mira de dos almas joviales y radiantes que intentaban comprender el mundo. E intentamos ser francos, siempre, con nosotros mismos. Su mirada optimista puesta en la vida y su obstinación en hacer algo que salvase al mundo, crearon en nosotros un nexo que nos llevó a múltiples conversaciones acerca de las más diversas cuestiones de la vida, siempre intentando satisfacer nuestra hambrienta curiosidad.


Por entonces, Sara se enfrentaba a una diatriba en la vida, entre querer hacer lo que realmente quería y luchar por encontrar un camino pragmático. Estudió Sociología pensando que así conocería mejor el intrínseco mundo de las relaciones humanas y apostó por intentar entender al ser humano, hasta llegar a ser una persona con muchas habilidades sociales. Pero su camino no estaba en el campo de la mercadotecnia o de los estudios de opinión. Su camino estaba en el teatro. Ése era su deseo. Durante el tiempo en que fuimos compañeros en la Universidad, Sara meditaba mucho sobre el camino a seguir, cada vez más separado de las aspiraciones de sus compañeros, atrapados entre unos textos que perdían credibilidad. Y sin grandes ostentaciones en la vida, Sara terminó por desapegarse de la Facultad y quiso vivir del teatro. Comenzó haciendo cuentacuentos musicales (alguno que otro los hicimos juntos) y, después de desanimarse más de una vez y querer abandonarlo todo, terminó por recibir clases en el Teatro Asura, donde aprendió a interpretar clown y donde todos nos pudimos reír mucho en los entrañables matchs de improvisación, de los que guardo los más gratos recuerdos. Consiguió un trabajo como profesora de teatro para niños y después se matriculó en la Escuela de Cristina Rota, en la que se formó profesionalmente y a través de la cual se introdujo en el mundo profesional.
Hoy en día actúa en una obra titulada "Las princesas busconas exigimos más pescao", que es una auténtica joya representativa del complejo mundo de las mujeres, siempre insatisfechas, y que pronto se reestrenará en Madrid, e incluso ya están hechas las gestiones para su estreno en México.
Y, como colofón, su interpretación en el cortometraje "Alumbramiento", de Eduardo Chapero Jackson, que ha logrado el León de Oro al mejor cortometraje en el Festival de Venecia y se presenta como candidato a una futura ceremonia de los mismísimos Oscars. Hoy en día, mi amiga Sara vive de la interpretación y es siempre un placer contemplar su trabajo. En su lucha por conseguir hacer lo que ella deseaba, Sara está cruzando la meta. Sabiendo que a la larga, consigue lo que desea, estoy seguro de que otras metas que se propone, acabarán por ser su seña de identidad.
Mucha mierda, Sara, te considero una gran amiga.
Añado que Sara Párbole es la segunda por la izquierda de la foto que he encontrado y que actualmente está actuando con la compañía Martelache (proveniente de la Escuela de Cristina Rota), de viernes a domingo, en la sala "La Escalera de Jacob", con la obra titulada "Noches locas de cabaret, mentiras y pecados". Pronto iré a verla. Ya os contaré.

CITAS TÁCITAS VOL.1




"Las satisfacciones más grandes que proporciona la vida proceden de la relación con otros seres humanos".

Moisés Broggi. Doctor en Medicina, 2007.

martes, 23 de octubre de 2007

RAJOY Y LAS TRECE ROSAS


Ayer Mariano Rajoy se atrevió a decir que el cambio climático no debía ser una preocupación inminente ni alarmante a nivel mundial. Probablemente lo dijese mientras yo veía la última película de Emilio Martínez-Lázaro -"Las Trece Rosas"-, un excelente trabajo que mantiene al espectador a moco tendido hasta el final y después del cual uno sale aún más concienciado de las barbaridades que se sucedieron en nuestro país no hace tanto tiempo, abanderadas por una derecha que no ha tenido ninguna razón de peso importante en su discurso desde nunca y que fue artífice de una etapa de oscuridad y de subdesarrollo que Martínez-Lázaro refleja de una manera bastante realista en su película. Si triste estás durante el visionado de ella y triste sales del cine pensando que de esa manera tan atroz fueron las gentes que nos gobernaron y que tan dividida estaba la sociedad para llegar a asesinar por ideas políticas que no tienen ningún fundamento racional, más triste aún estás cuando llegas a casa y compruebas que en el año 2007, y pese a la consistencia de cientos de estudios que nos alertan sobre los peligros del cambio climático, un personaje de trascendencia en la opinión pública y líder de esa derecha que es la lacra que ha tenido sometidos a los individuos de este país durante tantos años, osa a decir que el cambio climático es un problema de chichinabo. Pero, ¡por Dios!, ¡cómo puede tener calado en la opinión pública un ser como éste, tan intranscendental!. ¿Cómo podemos seguir viendo jóvenes que no puedan pensar un poquito más allá de lo que dicen Rajoy, Zaplana, Acebes y compañía?. ¿No nos damos cuenta de que estos individuos deberían estar fuera de los dominios de esta sociedad porque son malignos para ella?. Como les sigamos haciendo caso, nos quedamos sin planeta. Y si después de haber faltado tanto al respeto a la misma humanidad, ahora esta falta de respeto se extrapola a la naturaleza que nos acoge en su seno, deberíamos proclamar la ilegalización de un partido farsante y maligno, cargado de mentiras, y dejar de una vez por todas de escucharles, porque nada aportan. Desde este blog, un cero patatero para los del PP; un diez para la recuperación de la memoria histórica que hace Martínez-Lázaro. Algún día deberíamos hacer justicia con la historia.

viernes, 19 de octubre de 2007

¿MUERTO DE AMOR?



Silencio. Ahora mismo todo está en silencio. Apenas se dejan oír las teclas cuando las golpeo para escribir. Un pensamiento me ronda por la cabeza, me machaca. ¿Se habrá muerto de amor Gustavo?. Hoy no le he visto. Nadie le ha visto. Parece como si hubiera desaparecido, como si hubiera abandonado. No sé.

Aunque quizás haya muerto de amor. Reflexiono. Su desconsolada mirada del otro día, cuando le vi por última vez, sentado en la barra de un antro de Carabanchel, me da para pensar que su vida, ese día, tenía que cambiar. Me hablaba de Lucía, su Lucy: "A mí la Lucy me tiene loco. No sé qué hacer, de verdad. He llegado a caer en la más absoluta de las soledades cuando estoy con ella. Realmente estoy solo cuando estoy con ella". Yo absorbí de un golpe todo cuanto quedaba de mi cuarta o quinta cerveza. Me quedé pensativo mirándole, haciendole un gesto cómplice con mi boca y con mi mirada. Le pregunté entonces, después de apoyarle mi mano derecha sobre su hombro izquierdo: "¿No será que te esté engañando?". "¡Qué va!. No es eso, para nada", me contestó Gustavo, con rotundidad -y haciendo un gesto indicativo de mi falta de cordura-. "¿Entonces qué es?", le pregunté. "Otra cosa, Abismo, es otra cosa". Insistí.

Me contestó, ante mi perplejidad, que Lucía, su Lucy, hablaba con los tiestos de las plantas y que él lo hacía con las plantas mismas y que no entendía cómo se podía hablar con los tiestos de las plantas. No lo entendía para nada, decía. Su vesánico comportamiento, continuaba, en realidad se debía a que Lucía había dejado de ser la Lucía que había conocido tiempo atrás. O quizás, dijo, que fuera él mismo quien había dejado de ser el mismo que era, pero que él siempre había hablado con las plantas mismas, y nunca con los tiestos. Yo le pregunté que si Lucía, en realidad, no era un tiesto en sí mismo. Y él me contestó, sin dudarlo lo más mínimo que "para nada", aunque luego, acto seguido, dudó. Y me miró desconsolado, afligido. Y entonces se marchó. Por la puerta de ese antro de Carabanchel, mi amigo Gustavo marchó, sin mediar palabra, muerto quizás de amor. Y desde entonces no sé nada de él.



Continúa el silencio. Intento no pensar en nada.




Acabo de recibir un correo. Es Gustavo. No está muerto. Y menos de amor. Dice que ama a Lucía sin mesura. Y también que ha reflexionado mucho estos días. Dice también que, de hablar él con los tiestos, sólo lo haría con los de arcilla, que nunca lo haría con los de plástico. Al fin y al cabo, dice, todos somos un poco tiestos.




Reflexiono.


¿Y si se ha muerto de amor?


Y justo suena el teléfono. Adiós al silencio. Hasta pronto, Gustavo.

jueves, 18 de octubre de 2007

LA REVELACIÓN DE NACHO




Buenas.
Voy a comenzar por comentar una foto. O dos, ya que nos ponemos. La foto en la que salgo durmiendo es una foto que me hizo un colega unos días antes de que este mismo colega hiciese esa otra foto sobre un Joshua Tree, en el mismo Joshua Tree National Park, California (EEUU).

Cuando dormía, en esa foto, apenas podía soñar en fantasías venidas del pasado. Mis sueños estaban vetados. Mi abismal mundo de lo ínfimo se reducía a experiencias pasadas. Se escapaban muchos de los sueños que aun no podía tener. Y eso me empequeñecía.


Dos días después, mi amigo, que se llama Nacho y que es de Almería, hacía una foto totalmente distinta a cualquiera de las que podía hacer mi cámara. Aun a pesar de que las dos cámaras fueran parecidas, digitales compactas, e incluso de la misma marca, sus fotos no eran como las mías. No recuerdo lo que había soñado la noche anterior. Ni tampoco lograba recordar Nacho su sueño, pero estoy seguro de que el mío había sido distinto al suyo. Probablemente mi sueño había sido de los irreales, de los ilógicos (me cuesta muchísimo entender, o poder contar, mis sueños cuando despierto). Pero el de Nacho no sé cómo había sido, aunque seguro que diferente a los que iba a tener después de ese día, en el que tomó esa fotografía del Joshua Tree. Porque lo que vio Nacho ese día con su cámara y con sus mismos ojos, no fue para nada lo mismo que lo que mi cámara, o mis ojos, podían ver. Mi mirada se centraba ese día en Nacho, y menos en Jordi, que también estaba esa noche con nosotros, al sur de California. Porque ese día (o noche), Jordi no llevaba ninguna cámara consigo y no sé como podían ver sus ojos, aun habiendo hecho lo mismo que había hecho Nacho unas horas antes. Pero los ojos de Nacho, al calor de unas setas alucinógenas que empezaban a hacer efecto, podían, ayudados por una cámara casi idéntica a la mía, hacer unas fotos imposibles. Yo era testigo de que el cielo estaba blanco como la espuma y de que la luna llena como los mares, pero, a los ojos de Nacho, de los que yo era testigo, el cielo se había llenado de dragones que le llamaban y el cielo se expandía y se contraía, como los latidos del corazón. Y sus fotos eran distintas a las mías.

Yo, ese día, tenía otra mirada puesta en la luna y apenas podía percibir todo cuanto ocurría. Pero lo que Nacho sentía en aquel momento, contándomelo tal cual le sucedía, era de una naturaleza indescriptible y de una calidad humana completa, distanciado de todo lo que hasta entonces le había ocurrido nunca, aun bajo los mismos efectos de alguna que otra seta alucinógena que hubiese consumido tiempo atrás. Esa noche, Nacho tuvo una revelación. Y sus sueños son diferentes desde entonces. Porque nunca antes se había abierto hasta el entramado de su interior con esa garra, con ese ímpetu, y pudo comprobar que su interior era más amplio de lo que él pensaba.


Yo sigo soñando irrealidades. Pero también sé que Nacho es más Nacho, que ha crecido. Y por eso, duermo más tranquilo.

?



Abismos de lo ínfimo. Sí, este es mi nombre. Y éste, es el blog. El blog de lo pequeño, de lo invisible, de lo que no puedes tocar.


Este es el blog para el que he venido al mundo como blogger, en el día de hoy. El blog de lo que no escapa al marco a través del cual observamos, el marco a través del cual se exhiben las pulsiones de nuestros deseos, de nuestros latidos más íntimos.


Porque nada escapa, humanos y humanoides, a la nuestra mirada sobre el infinitesimal mundo de lo más diminuto que aquí nos tiene congregados a todos. Un blog de emociones, de contradicciones, de desencantos, de aspiraciones, de dolores, de orgasmos sin sexo, de sexo sin orgasmos (de eso ya hay mucho), de fantasías, pequeñas y grandes; en el que tú eres la mirada crítica que pone la calma o que expresa su deseo, o que da la pista para la materialización del abismo del otro. Es el blog de los deseos, de los grandes, de los pequeños, siempre constreñidos por las calles de los urbanistas de la realidad más despreciablemente real. Pero en la que todo es posible siguiendo el consejo del ínfimo abismo: el de que dejes florecer en ti lo que crece en tu interior día a día, lo que pasa de ser algo infinetisimalmente sin importancia a algo que rueda en ti traccionado por una maquinaria que le transmite fuerza y sentido y que es lo que realmente te lleva a escribir y a soltar tu abismal mundo de fantasías. Este es el blog de lo ínfimo y transcendental, el blog de lo abismal. Encantado.


Y bienvenidos.