jueves, 18 de marzo de 2010

ADIÓS A ESTA TELE



Son las cuatro de la tarde en España. Es el turno, en los televisores de medio país, de la que llaman la "Lady Di española", una desvergonzada mujer que hace gala de las desventuras con su ex marido Fran (no sé qué). Los telespectadores no levantan sus miradas de la pantalla y, más bien, se encuentran embobados (abducidos) por el carácter de heroína lastimada y lastimera, de mujer con los pies en el suelo, de esta diva mediática. Todos están de acuerdo en todo lo que dice, se sienten cercanos a ella, la adoran, y hasta la querrían como futura alcaldesa; piensan que todas las mujeres deberían ser como ella, quien continúa haciendo caja de todas las sandeces que tan bien sabe que dice y que deshonran a su pasado y hasta el futuro de su hija, pero que, a pesar de todo, denotan que sabe lo que hace y le permiten llevar una vida que nunca antes habría llevado. Su carácter atrevido, informal (por no decir chabacano) y hasta grotesco la hacen el centro de las miradas de muchas mujeres de España que se fijan en ella como si fuera una mujer que dice lo que piensa, que hace lo que tiene que hacer, una mujer valiente, carismática y con tirón, una mujer "con un par". Ella sabe que un polvo con un torero que triunfará te puede cambiar la vida, y exprime la idea. Sabe que la gente de este país vive del cotilleo. Sabe que sin sus comentarios, sus vidas serían desdichadas. Una mujer que, con el euro como bandera, prostituye su prestigio de cara a la galería, y a la que le da igual lo demás. Ésta es Belén Esteban. Y los telespectadores, la cara amarga de este país. Antes de apagar el televisor, compruebo en la programación que después habrá fútbol, un reality show y una americanada de película.
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La verdad es que no me gusta la televisión de este país. Tampoco conozco bien la de otros lugares, pero recuerdo momentos mágicos en nuestra programación que no se me olvidarán nunca, momentos que, al día siguiente, comentábamos todos, bien porque no había mucha oferta televisiva y todos veíamos lo mismo, bien porque no había tantas alternativas al ocio (léase Internet, por ejemplo). El caso es que, en su día, hubo programas míticos y, considero que había un gusto por hacer las cosas con estilo que ahora se ha esfumado. Hoy en día, la decadencia también ha invadido nuestras pantallas y creo que Belén Esteban es el mayor ejemplo de una mujer grotesca que bien pudiera dirigir los designios de mi ciudadanía debido a esta catarsis a la que hemos llegado. La televisión pública ha perdido el criterio que otras veces siguió y no se diferencia en nada del tono mercantilista con el que se mueven las privadas. Los comentarios televisivos sobre la jornada anterior se reducen a un “¿Viste al Madrid?”, o “¿sabes que fulanito se ha follado a menganita?” Tal cual.
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Así que, mejor, no encenderla. Me encuentro perdido cuando mis compañeros de trabajo hablan de los sucesos televisivos del día anterior, pero también encuentro un sitio fuera de esta marea de sinsentido que se esfuerza, día a día, en embrutecernos. He encontrado un refugio en internet, en el que tú eliges el ocio, fuera de toda imposición televisiva. Me amparo en un lugar que me aísla de toda esta insensatez. Adiós a esta televisión.

domingo, 14 de marzo de 2010

LO ÍNFIMO Y LO ABISMAL DE UN SIMPLE DIENTE

Hace un par de meses se me cayó un diente, o lo que es lo mismo, y haciendo honor al nombre de este humilde blog, una ínfima pieza de importancia abismal.

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En realidad, no era ni eso y sí una corona que ocupaba una posición gafada en mi mapa mandibular, fruto de sufrir percances mayores, y olvidados, en el pasado y que, hoy en día, siente un vacío absoluto y queda a la espera de que se cumpla la condena de tres meses y un día, al final de la cual el terreno herido de la encía solidificará y quedará preparado para la ulterior perforación de los cimientos de un implante que pondrá las cosas en su sitio. Implante, creo que esta es la palabra por la que los odontólogos, sin duda, hinchan sus cuentas bancarias. ¿Cómo puede costar tanto una ínfima cosa?, ¿cómo se ha de pagar más de un mes de mi sueldo como madrugador a diario por una diminuta pieza que ni siquiera es de marfil? Por algo que, además, nos fue dado por la Madre Naturaleza de forma gratuita y altruista.

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Ahora no pienso más que en ocupar el espacio vacío que dejó esta insignificante cosa dentro de la grandiosidad universal, para lo que he de soltar una pasta gansa justificativa de lo importante que es para nosotros una sonrisa sin complejos. Menos mal que no es una de las piezas delanteras, aunque bien hubiera podido ser una recóndita muela y, sin embargo, se trata de un premolar que antes lucía su figura salvaguardado por su compañero vampiresco y ahora le ha dejado expuesto a la extrañeza de las demás miradas que se sienten heridas por el golpe atestado a los cánones de belleza, quién sabe por quién inventados, aunque, sin duda alguna, existentes.

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Dejaré de lado otras prioridades, como el armario de mi casa reformada, que no llegó y que hoy en día, y de manera paralela y anexa al suelo, consiste en dos maletas de distintos tamaños. Porque pensé que podría seguir agachándome a diario si, cada mañana, volvía a sonreír con naturalidad. E insistí en el propósito de no concurrir, por dejadez, en un abandono de mí mismo, para querer tomar otra dirección de la que tomaron aquellos que no pudieron remendar el accidente en el momento concreto, cuando el impacto todavía sonaba en eco, y después, como en un recuerdo, el estrépito dio lugar a una melodía amarga que se posó en ellos como un parásito que ahora les dejaba un gesto decadente y, al mismo tiempo, natural.

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No. No quería llegar a verme así. Preferí endeudarme. Y, por eso, he centrado mis vistas a las consultas que tendré en menos de un mes (ya). Y digo consultas porque, alternativamente, he cogido una cita con un departamento de odontología de no sé qué Universidad, que, dicen, sin dejar de lado la profesionalidad, abarata mucho los precios. Todavía tengo el recuerdo de cuando, con diecinueve inocentes años, le hicimos caso a un bebedor voraz de nuestro barrio que proyectó todas sus fantasías en montar un negocio distinto en La Manga del Mar Menor: un bar de copas enorme con tiro al arco profesional. El proyecto duró lo que unos días de copeo y resaca incluida, y la pasta que íbamos a ver era ahora un suspiro, cuando fui a dar un trago a mi cerveza y el vaso chascó contra mi paleto más incisivo. Frente al espejo, me dio todo un mareo. Así volví a Madrid; de resaca, antes de tiempo, sin dinero y con esa horrible sonrisa. Ambas veces, encontré la ayuda de mis padres. Es una suerte que mi madre me pueda ayudar ahora, aunque más suerte sería que me subieran el sueldo, o que, puestos a pedir, me tocara la primitiva. El caso es que volveré a disfrutar de mi sonrisa.

martes, 2 de marzo de 2010

DÍAS DE RADIO EN LA CASA ENCENDIDA


Me escogieron para hacer un taller de radio en la Casa Encendida. Fruto de no fijarme en las cosas, el curso era por la mañana, y mis ganas de hacerlo eran tales que decidí cogerme la semana que duraba como de vacaciones. Se trataba de un taller-laboratorio de radio experimental y, como pude comprobar, tal término despertó la curiosidad de la mayoría de los que nos presentábamos el primer día. Lo decíamos todos en el momento en que nos habían dividido por parejas para que entrevistásemos al otro y luego le presentáramos a los demás. Mi compañero, de Donosti, había estudiado escritura de guiones cinematográficos en la Escuela Tai, que tanta atracción había suscitado en mí, aunque, por un motivo económico, el magnetismo continuaba siendo platónico. Y la otra compañera había estudiado dirección de cine en una de las escuelas más exclusivas del país, íntima amiga de otra que había hecho algunos cortos. Otro también había dirigido cortos, otros dos eran locutores de radio y la otra estudiaba un master de lo mismo. La otra había hecho trabajos de doblaje para el cine. Y el otro trabajaba en Los Cuarenta Principales. La conexión con los demás fue tal que las mismas profesoras nos llegaron a decir que hacía tiempo que no encontraban un grupo tan divertido y a la vez tan creativo.

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Las profesoras de este taller son las profesionalísimas Ángeles Oliva y Toña Medina, el tándem que funciona como un reloj a base de la ingeniosidad con que se expresan, el magnetismo que transmiten y la fe en lo que cuentan. Nos mostraron un montón de piezas radiofónicas a fin de entender la teoría con la que abrían cada clase y nos pusieron muy en contacto con el mundo de la radio, teniendo siempre presente la finalidad de este medio, lo que se pretende transmitir, así como los juegos de los silencios, del poder de la voz, o la elección de los efectos sonoros y de la música adecuada. La teoría tenía todo su sentido cuando escuchábamos "obras de arte" de Carlos Hurtado, o de otros que también pasaron por la Gran Escuela de Radio 3, como las mismísimas profesoras, y que ahora habían dejado un vacío en aquella radio que otrora fue magnífica y que ahora andaba renqueando.


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El primer día, individualmente, escribimos un texto sobre La Casa Encendida. Cada uno escogió una parte de su texto para ser locutado y, al final del día, lo grabamos con una música divertida que entraba en forma de ráfagas. Fue nuestra primera grabación. Y fueron muchos los recuerdos de los años en que conducíamos entre amigos un programa de radio, en la humilde Radio Cigüeña de Rivas.


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Nos grabaron junto con los dos falsos directos que realizaríamos después, esta vez en grupo. Nos dividimos en dos grupos de cinco. La primera vez, con una temática dada, de nuevo La Casa Encendida. Nos montamos una historia acerca de un fenómeno misterioso que había invadido nuestro país y que, a causa de él, estaba desapareciendo sorprendentemente el color en nuestras vidas (con un mensaje en el noticiero, de tono postfranquista, que decía "Españoles, el color ha muerto") concluyendo en que una casa con luz propia (La Casa Encendida) estaba atrayendo a la gente con la intención de que todo el mundo se "encendiera".


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El otro grupo se montó una historia de un individuo que se dirigía al psicoanalista a fin de informarle de que algo raro le estaba sucediendo después de que se quedara encerrado en el cuarto de baño de La Casa Encendida, lo cual era causa de un fenómeno extraño de exponenciación de los sentidos que se estaba extendiendo por la ciudad. En las dos piezas, hablábamos de fenómenos extraños y de La Casa como revulsivo.


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El segundo y último grupo de trabajo creó dos piezas, la de la fábrica de transistores y la del feto. La primera fue la nuestra, y la segunda me encantó. La nuestra trataba sobre una reunión de empresa en la que todos sus participantes, que habían ido transmitiéndonos sus pensamientos previos a la cita, dan paso a una jefa que decide lo que quiere, truncando los propósitos del resto, sin que nadie manifieste oposición y en el momento en que un radioyente llama al programa diciendo que compró un transistor en la empresa, precisamente para eso, para escucharles, y al grito de "Almas de cántaro" les abre los sentidos y les dice "¿Qué va a ser de vosotros?. Tenéis que cambiar". En esta pieza, hice de realizador y me di cuenta de lo respetuosa y responsable que es esta profesión (mi padre era realizador de tv).
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La del feto era una pieza que recogía las sensaciones en el útero poco antes del momento del parto, con una ambientación sensacional y cerrándose con una genial música de Kroke Band después de un llanto de bebé desgarrador. Me encantó la pieza que realizaron mis compañeros.


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La verdad es que fue una semana muy interesante para mí y, fruto de ella, ha nacido un proyecto de hacer piezas de radio entre varios de los del grupo, aparte de que, desde ahora y hasta mayo, una vez a la semana, estaré dando mi apoyo a las profesoras para un taller de radio con ancianos, niños y discapacitados. Será un orgullo volver a trabajar con Ángeles y Toña.