jueves, 12 de noviembre de 2009

DEL DESAPEGO AL RENACER DE TELÉSCOPO



Me refiero a un telescopio gigante llamado Teléscopo que vivía anclado en un observatorio espacial de una isla perdida del Índico. Medía más de veinte metros de altura y estaba fabricado por casi cinco toneladas de acero inoxidable. Los datos que generaba eran analizados por unos concienzudos investigadores de bata blanca que cuchicheaban palabras ininteligibles sobre una hilera de asientos acolchados en el interior de una sala oval repleta de monitores. Además, estos científicos locos andaban inmiscuídos entre números y fórmulas matemáticas, sin comprender la belleza anumérica que se escondía detrás. Teléscopo les mantenía informados en todo momento, nunca les engañaba; apenas transmitía las imágenes con las que tanto se deleitaba en su labor diaria de observar el espacio.


Éste le mostraba sus encantos en su totalidad; sus colores, sus formas, su armonía, sus leves modificaciones con el paso del tiempo, todo siempre bajo el grato silencio de la calma. El cosmos le hablaba con una melodiosa voz y le mostraba el don de una belleza pura y sensacional. Teléscopo reaccionaba con una quietud silenciosa y el paso del tiempo dejaba en él una huella de asombro y respeto, acogiendo con agrado el conocimiento de la magia fantástica que despuntaba ante sus lentes. Se enorgullecía de ser el primero y principal espectador de aquel espectáculo tan formidable. Sólo transmitía imágenes. Sus pensamientos los guardaba consigo, sólo a él le pertenecían.


Pero Teléscopo vivía enfrentado a dos realidades distintas y contrapuestas; el mundo de su mirada hacia el exterior y el mundo de sus raíces ancladas en el terreno más firme. La realidad que se mostraba ante sus inmensas lentes era la de un mundo de sueños y fantasías, de irrealidades y quimeras, de imaginación y de cosas que vienen y van, etéreas y volátiles, fugaces como las estrellas. Todo lo que ante sus lentes se mostraba era la inmensidad del espacio y del conocimiento total, las leyes de la física abstracta e intangible, el abismal mundo del que procedemos y al que nos dirigimos, el mundo de la totalidad. No obstante, todo esto era efímero.


La confrontación surgía cuando se daba cuenta de que vivía anclado por tres enormes patas a la tierra más sólida. Un enorme trípode le tenía sustentado a la tierra más arraigada, al mundo de las costumbres y de los apegos, de la familia y las previsiones de futuro, del calor del hogar, del ahorro, el mundo de la particularidad y de la consistencia material. Teléscopo era accionado cada día por unos seres humanos que vivían apegados por sus piernas al suelo más firme. Teléscopo no podía desquitarse del mundo de los apegos. Vivía entre dos mundos.


Una mañana, Teléscopo despertó con esta contradicción. Al observar el esplendoroso brillo de una supernova, su trípode se bamboleó como si le hubiese sobrecogido una sensación de éxtasis. Su hasta ahora consistente lazo de unión que le anclaba a aquella isla del Índico se esfumó de un plumazo. Era como si quisiese salir volando de allí, como si quisiera integrarse de una estampida con el cosmos, como si sus piernas nada más necesitasen de aquel pavimento firme de cemento, como cuando uno se desentiende de todo. Su intención de desquitarse de la carga pesada de las cosas ancladas le llevó a no creer en su cuerpo, a querer salir de él. Escapó de sí mismo y se quiso desentender del particular mundo de los humanos, tan centrados en cuestiones matemáticas y ecuaciones imposibles. Entendió que la lógica matemática no tenía razón de ser frente a la revitalizadora y magnificiente contemplación del Universo.

Un día, Teléscopo se apagó. Dejó de transmitir imágenes. Entendió que su misión había finalizado, que no tenía sentido nada de lo que hacía, que, en realidad, nunca había sido comprendido. Su sabiduría del cosmos duerme en paz y nada ya volverá a enturbiarla. Los científicos se preocupan fallidamente de que vuelva a serles útil. No entienden qué le pasa. Él, sin embargo, lo entiende todo. Ha comprendido que, al desapegarse de lo que es inútil, ha vuelto a renacer de nuevo.