jueves, 13 de diciembre de 2007

EMOCIONES TRAS UN MÓVIL


Hoy he tenido dos conversaciones telefónicas destacables, una con mi pareja, otra con mi madre, por este orden, cada una de ellas rondando la media hora. Han sido de esas conversaciones que te hacen pensar que por mucho que hables todos los días con alguien, no son tantos los asuntos importantes que se abordan, pero hay días en que esas conversaciones resumen muchas otras tenidas antes.







Primero, como digo, hablo con mi pareja. Me cuenta que hoy ha llamado al abogado para acelerar los trámites para que el inquilino, paquistaní, de un local comercial del que es propietario su familia lo abandone definitivamente por no haber sido correcto con los pagos, incluso debiendo ya unas mensualidades. El abogado le dice que lo mejor sería enviar un burofax al inquilino antes de iniciar la demanda, pero he aquí el problema. ¿Dónde enviárselo si se ha marchado del local, que lleva cerrado cuatro días?. Ahí empieza la labor investigadora de Manuela, la audaz Manuela que se dirige a otro negocio que el paquistaní regenta, una inmobiliaria, para comprobar que también está cerrado y leer en un cartel "Se traspasa". ¿Se habrá fugado el paquistaní?, es lo primero que piensa. No puede ser, es lo segundo. Se dirige, acto seguido, hacia un centro comercial donde un compatriota suyo regenta otro local. Su supuesto amigo le dice a Manuela: "No te creas nada de G., es bastante mentiroso y malqueda, ve a tal dirección, que allí G. regenta otro local, allí le puedes encontrar". ¿Otro local?, piensa Manuela. Después de colgar el teléfono, Manuela se dirigiría a ese otro local, pero ya no sé qué ha sucedido después. Antes de colgar, Manuela me ha dicho "estoy muy jodida", totalmente entendible después de que hace justamente tres años, el mismo 20 de diciembre en que Abismo, aquí presente, cumplía 32 años, su madre sufrió un infarto cerebral y desde entonces requería de la atención constante, 24 horas, por parte de sus dos hijas fundamentalmente y una o dos chicas, por temporadas, apoyando. Esto ha supuesto que como la madre vive en Peñíscola y sus hijas en Valencia y en Madrid, los viajes cada diez días por un tiempo de cuatro hayan sido la tónica habitual, siempre después de que la situación se haya podido normalizar porque al principio todo fue peor (tardaron tiempo en que contratasen a una chica para que les ayudase y encima eran novatas en los cuidados que la madre exigía). Pero además, después, su madre vuelve a enfermar. Una operación a vida muerte. Continúa en la UCI. Pero hoy hay novedades. El otro día el doctor les decía a la familia que no había ninguna esperanza. Ayer la enferma mostraba una mejoría (mi madre me hablaba luego de un fenómeno que desconocía llamado "mejoría de la muerte", y se me han puesto las espinas como escarpias, abismo no tiene pelos, tiene espinas). Hoy el doctor les da dos noticias. Como siempre, una buena y otra mala. A veces es mejor que te digan primero la mala. El doctor les da la buena: "es muy probable que se recupere". La mala: su estado de salud es tan delicado que la tónica habitual que tenéis de hospitales se acelerará y el hospital será su segundo hogar". "Estoy muy jodida", me ha dicho Manuela. Después hemos hablado del viaje que teníamos pensado para Marrakesch el último día del año. Si la madre continúa hospitalizada, menos mal que lo llegamos a prever y nos devolverían el dinero en su totalidad. Si no lo está, el viaje lo hacemos, aunque la estadística aconseja ser pesimista pues no sería el primer viaje que se nos cayese en el último momento por los mismos motivos. Así que a soñar. Espero que este año mi cumpleaños venga acompañado de un poquito más de la suerte a la que nos acostumbra últimamente.





La conversación con mi madre era sobre mi abuela, la abismal F., abismal porque a sus 88 años, después de haber estado encantada con que una encantadora chica ecuatoriana, N., le cuidase, después de haber decidido que esa chica se quedase a vivir con ella, después de haber "aceptado" que N. se trajese a su niña de nueve años de su país, ahora a mi abuela le entran celos y le hace la vida imposible a N. Mi madre es consciente de que mi abuela, por muy bien que ande de la cabeza, necesita de la atención de otra persona y entonces le ofrece la posibilidad, resignada porque N., como digo, es un encanto y mi abuela lo prefiere, de que se vaya a vivir con sus hijas, y eso a mi abuela no le hace gracia. Así que abuela, ¿cómo lo hacemos?. A veces creo que con la vejez nos volvemos infantiles, cabezotas y más egoístas. Tanto mi madre como yo nos hemos propuesto no perder la poca clase que tengamos al envejecer.






Estas son las conversaciones que he tenido hoy. Al descolgar el teléfono, he estado disfrutando con los cinco minutos de uno de los programas más ingeniosos que hay, de los pocos, en tv, "gomaspumenglish", que parece que lo hayan ideado los cracks de gomaespuma al sabor de alguna hierba genuina. Besos por doquier.

2 comentarios:

Luna Carmesi dijo...

No me gusta hablar por telefono... Creo que es algo profesional... Pero la naturaleza de tus conversaciones es otro tema desde luego... Y donde has visto tu ese programa???
:-O

Abismo Ínfimo dijo...

El programa ése le echan durante sólo 5 minutos en torno a las 18 hs en La 2.
El teléfono es más una herramienta de trabajo y de necesidades que de placer, a mí también me pasa. Pero a veces también sorprende.