Voy a confesar un secreto. A finales del año pasado me dio por comenzar a escribir un relato, mientras trabajaba en una biblioteca. Poco a poco ese relato comenzó a tomar una forma y comprendí que si me empeñaba lo podría convertir en una novela. El relato comenzó a llevarme por otros caminos y hoy en día es un proyecto de casi noventa páginas de word a las que me falta dedicarme en serio, pues me he encontrado en un estancamiento que se prolonga ya por unos meses y ahora mismo no encuentro las ganas para ponerme otra vez con ello. Mi deseo es continuar alguna vez, pero es cierto que nunca encuentro el momento. Como en cualquier caso la idea no se me quita de la cabeza, valga publicar unos párrafos en este blog, para no dejar de lado este proyecto del que todavía mantengo un cierto cariño.
La historia narra algunos pasajes de la vida de un joven madrileño de origen vasco, llamado Zabaleta, quien después de haber sufrido un internamiento psiquiátrico decide acudir a un psicoanalista, el doctor Varela, con quien mantiene unas profundas conversaciones y a quien no deja de sorprender con la sinuosidad con la que se va bandeando en la vida, fruto de lo cual el Doctor Varela decide escribir el relato de su vida, a la par que abandonar definitivamente el ejercicio de su profesión.
El relato se sucede entre el momento actual y el pasado, intercambiándose. El momento actual se sucede en tan sólo un fin de semana, en el que el protagonista se plantea toda su vida, incluso intentando escribirla. El pasado se sucede desde el momento en que Zabaleta emprende su desventurado viaje a Londres, financiado por su tío materno, el Tío Germán.
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"El tío Germán era un hombre adusto, de complexión fornida y amante de interminables lecturas de visigodos y sátrapas que le tenían embriagado y ausente la mayor parte del día. Acostumbraba a lucir en su pelaje espeso, a pesar de su avanzada edad, un sombrero de copa que alargaba la figura de su tez y que le ofrecía un aspecto más siniestro, si cabía. Decía ser un amante del buen vino y no gustaba relacionarse con la muchedumbre, pues decía que desde que su mujer, la tía Pilita, había fallecido, aquél con quien se encontraba venía a darle un pésame fariseo y ya, de paso, le predicaba con sus zanganerías. No hacía ni un año de lo de la tía y él había optado por enfrascarse en su cómodo piso de la calle Arturo Soria, entretenido, decía, con sus irrenunciables partidas de ajedrez vía Internet".
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Una historia de amor empapa al relato, la que el protagonista mantiene con Camila, en todas sus fases...
"Zabaleta comenzó su relato con ánimo de encontrar un sosiego y, sin embargo, si acaso se acaloró más, pues sentía un tintineo martirizante cada vez que en varios momentos le venía el nombre de Camila a la cabeza. En realidad ella era una perfecta combinación de la persona a la que realmente había amado pero también de la que le había inducido a conocer los rincones más aciagos del amor, abocándole en una completa indiferencia. Así lo había meditado en repetidas ocasiones, pero su perenne inconformismo, innato a él, no era más que el causante de ese peculiar estilo de vida que le había tamizado y que entendía a ésta como un particular viaje lleno de sendas e islas a las que se adentraba uno por medio de pasajes marítimos o ferroviarios que venían a ser todas las materializaciones a las que en la vida uno se apegaba, siempre con la ilusión de encontrar ese paraíso terrenal o humano al que confinar todo el amor por la vida. Zabaleta, inmerso ahora en la pesadumbre, era ante todo un ser profusamente optimista, y estaba completamente convencido de que su isla no era la anhelada pero también de que se había cerrado la venta de billetes y de que prefería conformarse con una buena meditación y un aliño de sabiduría para ese status quo que le tocaba vivir en un paraje ambiguo y en cierto modo desconocido. Porque no había nada más que pudiese desconcertar a Zabaleta que la dualidad de las personas. Camila era todo antítesis; transparente y oscura, yin y yang, todo y nada. Pero, ¿quién era nuestra otra protagonista, a los ojos de Zabaleta, siniestra y exaltadora?"
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Y en Londres se suceden huracanes...
"Decidió levantarse e ir al baño. No tenía ganas de orinar, ni necesitaba nada del baño, pero allí se encontraría sólo, intentando huir de esa mesa en la que todos sus comensales se habían convertido en bestias. Nadie sintió que se ausentase, pues lo hizo suavemente, sin dirigir la mirada hacia nadie. Tomó las escaleras y el corazón le latía arrítmicamente, con una respiración desacompasada. En el baño, todo eran espejos, y Zabaleta creyó encontrar sosiego al verse reflejado. Pero se miraba con detenimiento y entonces se contemplaba como diferente a sí mismo, con una mirada extraviada y la boca algo desencajada. Las comisuras de los labios estaban manchadas de un color ámbar y sus labios parecían amoratados. Se detuvo en la contemplación y empezó a dejar de oír lo externo. Sólo el eco de sus pensamientos le inundaba, y éstos empezaron a evadirse lentamente, hasta apenas pensar en nada. Surgió de pronto una sensación de rareza frente a sí mismo, se miraba como desde fuera, podía entender que esa cara que veía era la fortaleza que le tenía atrapado y que ahora se sentía fuera de ella. Sus ojos vistos por sus ojos. Una cara que se reflejaba, que no movía ningún músculo, que se sentía dominada, frenada. Que su cara no era su cara, que ése no era él. Y sintió como si volviese fulminantemente contra sí mismo, como si del espejo rebotara hacia ese cuerpo suyo que ahora le atrapaba, sin posibilidad de retorno, sintiendo el golpe".
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"Entraron a un videoclub al que se accedía bajando unas escaleras. Un mostrador a la izquierda, con un árabe que no se inmutaba, y varias pantallas de video, con imágenes distintas, una como de telediario; una voz que salía de algún altavoz pero en un volumen al que había que prestar atención para entenderlo; una pequeña cámara en el techo que vigilaba todos los movimientos. Paul y Sophie se entretenían en la sección de terror, mientras Zabaleta encontraba pocos títulos que llamasen su atención. Otras películas, ya las había visto; La naranja Mecánica, Alguien voló sobre el nido del cuco, El Resplandor... Grandes películas, pensaba Zabaleta, pero que no eran de su agrado para ese día en que sólo le preocupaba qué hacer a partir de ese mismo instante, cuando empezaba a sentirse ausente. Observó detenidamente el local. Un informador en una de las pantallas y esa cámara giratoria que se teledirigía a él con sus movimientos. El informador gesticulaba bastante; parecía como si quisiera disimular algo ante Zabaleta, quien creía captarle en sus gestos, e incluso podía escucharle ahora atentamente. Zabaleta sentía que el informador le quería decir algo y se acercaba un poco más a la pantalla. La cámara se movía ligeramente. Zabaleta podía entender perfectamente como el señor de traje oscuro hablaba con un deje más serio y entonces le informaba para que estuviese alerta con respecto a sus acompañantes; para que se planteara qué hacía allí, en aquella ciudad, lejos de su sitio, de su lugar. Come on, come on, decía, con una voz melódica que no dejaba de ser enérgica. La voz decía también entenderle, entenderle perfectamente. La cámara entonces buscaba otro ángulo, ahora sobre su posición, y Zabaleta comprendía en ese momento que la pantalla y la cámara estaban interconectadas, y que sus pensamientos eran el punto de enlace con el informador. Lo que él pensaba era procesado por una cámara que, adosada a un ordenador, podía comunicarse a muchas millas de distancia, con el presentador de un telediario local. Y el peligro de seguir allí, en esa casa de aficionados a la heroína y de consumidos por la desgracia, que le terminaría de esquilmar todas sus fuerzas, era presagiado por un hombre de sentimientos que desaparecía ahora de la pantalla. Una carta de ajuste ocupaba su lugar y Zabaleta miraba ahora a sus compañeros, que pretendían alquilar un vídeo musical, de un concierto de The Cult."
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"Tumbado en la cama, la música formaba parte de su ser. Y no se le podía ir, por mucho que lo intentara, de la cabeza. Zabaleta creía hacer música ahora, con su mente, tumbado en la cama. Y creía hacerlo a la perfección. En su interior, esto martirizaba su espíritu, pero él creía componer una música que, ¡claro!, estaba siendo reproducida abajo, en el salón de la casa de la misma Sophie, con todos los dantescos personajes que Zabaleta escuchaba reír arrítmicamente. Debía de haber una cámara allí, en la habitación. Pensó que pudiera estar infiltrada bajo algún mueble de la casa. Observó con detenimiento todo lo que le rodeaba. Había algo extraño encima de la puerta. Quizás fuera un raíl para que la puerta pudiera abrirse, tan típico de algunas puertas inglesas. Pero Zabaleta intuyó que ésa debía ser la cámara. Intentaba esconderse de su alcance, pero pensaba que daba lo mismo, que la tecnología alcanzaba a leer los pensamientos y que, por eso debían atravesar todo lo que se encontrasen. Y se agobiaba intuyendo cómo su cabeza era vigilada de esa forma, cómo el alboroto de sus compañeros era fruto de lo que de él espiaban, cómo ningún pensamiento suyo escapaba al conocimiento de los otros. El pánico le sobrecogía; sus músculos parecían haberse dado la vuelta; apenas unas fuerzas para poder descansar. El sueño esta vez sí le llevó consigo".
El día que termine esta novela, os la haré llegar
12 comentarios:
Pero ahora... ¿nos vas a dejar así? ¿con la miel en la boca?
Mmm , carajo Abismo, que bárbaro poder escribir tanto. Por fin he sacado un momento para leerlo. Si está parada la cosa será que no están las musas. Ya volverán, no se puede hacer nada. ¿De veras no la dejarás leer antes de publicarla y hacerte famoso?? Waaooo, eso estará bien.
POr fin tambien lo he podido leer de un tirón...
:-S
Y ahora qué... Con la miel en la boca como dice Blasfuemia...
Mira que cuando soy chunga, soy muy chunga (momento choni)
;-)
Por lo menos si publicas ya me firmaras una dedicatoria wapeton!
:D
Blasfuemia: no me gusta que quede el sabor de la miel en la boca, prefiero que la esencia permanezca y que se disfrute; quizás más tarde, cuando me reemprenda en el proyecto, busque antes tu consejo.
Cyllan: las musas hacen lo que tienen que hacer, pero si uno no se empeña, todo continúa igual. Tendré que dejarme atrapar por la magia que despiertan. Quizás también necesite de tu ingenioso consejo.
Luna: dame tiempo para hacerte una buena dedicatoria. También agradeceré una tuya, después de haberme reído tanto con tu última entrada.
Hasta pronto a las tres, muchos besos.
Tiene muy buena pinta, asi que a seguir con el proyecto. Un abrazo y gracias por la visita.
Ya me gustaría darte un consejo, ingenioso no sé, pero me temo que no tengo suficiente información de momento, ni sobre ti ni sobre tu obra. Mmmm... Se me ocurre que quizá... Bueee, seguro todo se andará.
Un placer haber tenido el honor de leer retazos de lo que va a ser seguro una gran novela.
Eres bueno, sabes como mantener la atención del lector y se lee muy ágilmente.
Te voy a tener que condenar a unas vacaciones para que a base de no tener nada que hacer te apetezca retomar el proyecto.
Espero de veras que puedas acabarlo..
Saludos!
Envidio a la gente que tiene tiempo para escribir...
Algún día también lo tendré yo... creo.
Gracias por tu comentario en mi blog. Imagino que el ser los dos de izquierdas es lo que tiene, que compartimos muchas opiniones.Que quizá y sólo quizá somos más humanos, no se, es una sensación, una opinión, no quiero que nadie se ofenda, es simplemente como yo lo veo.
Muy chulo tu blog.
Un saludo.
Gubia: muchas gracias, la verdad es que este tipo de comentarios empujan mucho a que me ponga a ello otra vez. De veras que lo estoy pensando. Lo agradezco mucho.
Cyllan: no dudes de hacer sugerencias, serás bien escuchada.
Mery: muchas gracias, muy emotivas tus palabras. ¿Unas vacaciones?. Probablemente fueran el trampolín. De todas maneras, con vuestros carñosos comentarios, lo mismo me pongo cuando menos me lo espere, mucho antes de estar de vacaciones. Te lo agradezco mucho. Me lo dices tú, que escribes muy bien, que se te lee muy fácil. Gracias de verdad.
Enfermera: ¿una enfermera ajetreada, sin tiempo para escribir, sólo dedicada a salvar vidas?. Qué tierno. Cuidar de la salud de la humanidad es algo que os hace grandes. De lo que comentas, he conocido mucha gente de derechas con muchos valores humanos, quizás más que los de otros que se llaman de izquierdas. Aun así, desde luego que lo que propugna la izquierda responde más a lo humano, a lo social, a lo igualitario, que lo que proclama la derecha, una filosofía más egoísta, temerosa y desconfiada. Te agradezco lo que dices del blog. Paséate por él cuando gustes.
Gracias de las grandes y muchas ganas de volveros a leer.
Siii, quiero leerla enterita.......
besos.
Elenita, estoy en ello, y animado. Ojalá algún día sea vuestra. Un besazo.
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