Voy a colgar un texto. No es mío. Me lo ha pasado Domingo, mi compañero de trabajo, que estudia Sociología por la UNED y al que aprovecho para saludar. Está firmado por Carlos Fernández Liria, profesor titular de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Tomaros cinco minutos, puede ser pesado, no sé, pero dice cosas muy interesantes. Se está intentando conseguir el gráfico al que hace referencia para volcar aquí, aunque puede ser una cuestión de días. El texto dice así:
Si nuestros sistemas políticos fueran lo que dicen ser, en todos los parlamentos se estaría discutiendo ahora una gráfica elaborada por Mathis Wackernagel, investigador del Global Footprint Network (California). Pero no parece que el asunto haya llamado demasiado la atención. Y sin embargo, la gráfica resulta demoledora para las más firmes certezas de nuestra clase política y, por supuesto, para los criterios más evidentes de los votantes. Sobre todo, en un mundo político en el que izquierda y derecha se llenan la boca con los objetivos del "desarrollo sostenible".
La cosa es bien sencilla. El eje vertical representa el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por Naciones Unidas para medir las condiciones de vida de los ciudadanos tomando como indicadores la esperanza de vida al nacer, el nivel educativo y el PIB per cápita. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera el IDH "alto" cuando es igual o superior a 0'8, estableciendo que, en caso contrario, los países no están "suficientemente desarrollados". En el eje horizontal se mide la cantidad de planetas Tierra que sería preciso utilizar en el caso de que se generalizara a todo el mundo el nivel de consumo de un país dado.
Wackernagel y su equipo hicieron los cálculos para 93 países entre 1975 y 2003. Los resultados son estremecedores y sorprendentes. Si, por ejemplo, se llegara a generalizar el estilo de vida de Burundi, nos sobraría aún más de la mitad del planeta. Pero Burundi está muy por debajo del nivel satisfactorio de desarrollo (0'3 de IDH). En cambio, Reino Unido, por ejemplo, tiene un excelente IDH. El problema es que, para conseguirlo, necesita consumir tantos recursos que, si su estilo de vida se generalizase, nos harían falta tres planetas Tierra. EEUU tiene también buena nota en desarrollo humano; pero su "huella ecológica" es tal que harían falta más de cinco planetas para generalizar su estilo de vida. Repasando el resto de los 93 países, se comprende que hay motivos para que el trabajo de Wackernagel se titule "El mundo suspende en desarrollo sostenible".
Como no hay más que un planeta Tierra, es obvio que sólo los países que se sitúen en el área coloreada de la gráfica (por encima de un 0'8 en IDH, sin sobrepasar el número 1 de planetas disponibles) tienen un desarrollo sostenible. Sólo los países comprendidos en esa área serían un modelo político a imitar, al menos para aquellos políticos que quieran conservar el mundo a medio plazo o que no estén dispuestos a defender su derecho (¿quizás racial, divino o histórico?) a vivir indefinidamente muy por encima del resto del mundo. Ahora bien, ocurre que el área en cuestión está prácticamente vacía.
Hay un solo país en el mundo que –por ahora al menos– tiene un desarrollo aceptable y sostenible a la vez: Cuba. La cosa, por supuesto, da mucho que pensar. Para empezar porque es fácil advertir que la mayor parte de los balseros cubanos huyeron y huyen del país buscando ese otro nivel de consumo que no puede ser generalizado sin destruir el planeta, es decir, reivindicando su derecho a ser tan globalmente irresponsables, criminales y suicidas como lo somos los consumidores estadounidenses o europeos. Tendríamos muy poca vergüenza, desde luego, si condenásemos la pretensión de los demás de imitar el modo como devoramos impunemente el planeta. Pero se reconocerá que la imagen mediática del asunto cambia de forma radical: de lo que realmente huyen es del consumo responsable en busca del Paraíso del consumo suicida y, por intereses estratégicos de acoso a Cuba, se les recibe como héroes de la Libertad en vez de cerrarles las puertas como se hace con quienes huyen de la miseria, por ejemplo, de Burundi (a quienes se trata como una plaga de la que hay que protegerse). A nivel general, la cosa es mucho más interesante. Es muy significativo que el único país sostenible del mundo sea un país socialista. Suele ser un lugar común entre los economistas que el socialismo resultó ruinoso e ineficaz desde un punto de vista económico. Sorprende que, en un mundo como éste, la falta de competitividad pueda aún considerarse una acusación de peso. En términos de desarrollo sostenible, la economía socialista cubana parece ser máximamente competitiva. En términos de desarrollo suicida, no cabe duda, el capitalismo lo es mucho más. El mayor reproche que se puede hacer al sistema capitalista es, precisamente, que es incapaz de detenerse e incapaz incluso de ralentizar la marcha. El capitalismo es un sistema preso de su propio impulso. El economista J. K. Galbraith decía que "entre los muchos modelos de lo que debería ser una buena sociedad, nadie ha propuesto jamás la rueda de la ardilla". Sin embargo, nos encontramos con que, aunque nadie lo haya propuesto, este absurdo parece haberse impuesto de hecho: en el capitalismo cada uno trata de imponerse a la competencia aumentando su productividad para no perder mercado pero, al encontrarse todos en la misma carrera, no llega nunca el momento que pueda detenerse este aumento ininterrumpidamente creciente del ritmo y la consiguiente dilapidación de recursos. Ante esta dinámica absurda, debemos exigir el derecho a pararnos. No podemos permitir que nuestros ministros de Economía nos sigan convenciendo de que "crecer" por debajo del 2 ó 3% es catastrófico, y no podemos permitir que nuestros políticos sigan proponiendo como solución a los países pobres que imiten a los ricos. Es materialmente imposible. El planeta no da para tanto.
Cuando proponen ese modelo saben que, en realidad, están defendiendo algo muy distinto: que nos encerremos en fortalezas, protegidos por vallas cada vez más altas, donde poder literalmente devorar el planeta sin que nadie nos moleste ni nos imite. Es nuestra solución final, un nuevo Auschwitz invertido en el que en lugar de encerrar a las víctimas, nos encerramos nosotros a salvo del arma de destrucción masiva más potente de la historia: el sistema económico internacional.
Aquí está el gráfico aludido, como se prometió.
7 comentarios:
Hola Abismo (?)
¿He de llamarte así?
Antes de seguir, te agradezco tu visita a la Zona Libre, vía mandarínica.
Tus reflexiones a partir de ese estudio son profundas y bien razonadas.
Conforme yo iba leyendo, lo que se me ocurría para comentar, ya lo escribías tú...
Y como dices, no estaría mal incluir el gráfico, aunque lo explicas de una forma muy "gráfica".
Sí, el planeta se hunde.
¿Es demasiado tarde?
¿O aún estamos a tiempo de hacer algo?
Por un lado, confío en lo humano de los humanos; por otro, pienso que aunque los "malos", los que ostentan el poder, los que adoran al Dios Dorado, son los menos..., su poder es tan grande que es difícil darle la vuelta a la tortilla.
¿Las soluciones son puramente políticas?
¿O es necesario un golpe de mano de otro tipo?
Llámese revolucionario, intelectual o espiritual...
Pero algo impactante es necesario para que "cambien las tornas".
A ver qué hacemos...
Quizás el poder de la palabra, que desde aquí manejamos, aunque modestamente aún, empiece a socavar cimientos.
Abrazo impactante.
Cada día mas nos encontramos con los conceptos del capitalismo mas salvaje... ese índice de beneficios que debe ser superior al del año pasado, te cuentan esas incidencias por las que ‘se ha dejado de ganar’... Efectivamente ese camino es un camino de no retorno.
Me he acordado de una frase que escuche hace pocos años respecto a este siglo; algo así que como que habíamos llegado a finales del siglo XX con la oportunidad por parte de los países desarrollados de acabar con el hambre en el mundo. Nunca habia tenido el mundo desarrollado los medios para ello tan alcance.
Si ello..., si ello, que se me antoja fácil, si... es fácil acabar con esa desgracia (si se quiere) como vamos a conseguir una sostenibilidad global en todo el planeta de una forma coherente. Con todos esos intereses... los que vemos y los que no.
Gracias por compartir el texto.
Excelente el texto, en serio que sería bueno ver la gráfica.
El realismo absurdo (que no es absurdo) en la analogía de la rueda de ardilla lo vemos y continuamos repitiendo, así como seguimos enfrascados en ese consumo suicida.
Que mal que la solución final sea un Auschwitz invertido.
Beso abismal.
Te dejo esto:
http://las3rosas.blogspot.com/2008/02/el-poder-de-tu-voz.html
Es interesante. Ya sabes... La publicidad cuando es buena.
:-)
Secretario: Bienvenido. Llámame Abismo si quieres. Me encanta todo lo que dices y como lo dices. El texto no es mío pero comparto todo lo que plantea. El golpe de mano del que hablas, pienso yo que sería la única solución, pero el ser humano se agarra a lo poco que tiene con tal de no meterse en líos y se resigna, estancándose en el vacío, a quedarse como está. Hay mucha pasividad cuando se plantea cambiar las tornas, así continuaremos sin emanciparnos del capital, vencidos y vendidos. Ojalá los que pensamos diferente pudiéramos unirnos y dar una lección a la humanidad, ensalzando todos los valores que nos definen como seres humanos que somos. Un abrazo estremecedor.
Luna: me parece que brilla la cobardía y la falta de buenas intenciones. Si gracias a nosotros muchos individuos mueren de hambre, diaria e indiscriminadamente, y seguimos sin hacer nada, nos merecemos un final triste, sabedores entonces de que hemos fomentado muchas guerras, mucho odio, y de que la causa de todo ello está justificada. No podríamos permitir esto mientras viviésemos. Abogo por un movimiento que remedie la situación y en el que nos veamos TODOS implicados. Y quien no colabore, que sea juzgado y sea inteligible su conducta. Quizás se me haya ido la olla, pero cuando estos temas salen a la palestra, mi enojo y mi querer buenhacer me llevan a desvariar. ¿O quizás no?
Karen: nos suicidamos y nos aprisionamos, con tal de no limitarnos en el deleite de lo efímero y de las comodidades. Matamos con tal de respirar un aire más puro y entonces ese aire se contamina y se llena de un destructor poso de mortalidad. Entonces nos damos cuenta de que la inteligencia brilla por su ausencia.
Luna bis: interesante anuncio, muy detallista. Este sábado hay una concentración de Amnistía Internacional para reclamar a China la aplicación de los derechos fundamentales en su país. Más información no la recuerdo. Me lo ha pasado Cyllan. Quien se quiera informar que lo atisbe.
Muchos besos desde mi infinitesimal abismo y encantado de admirar vuestros atisbos.
Uf...
No se ha ido la olla...No.
Decir las cosas desde una optica coherente y de sentido común no es que le vaya a alguien la 'pinza'... El 'suicidio', como tú comentabas viene de los intereses creados por determinados 'grupos'.
:-/
Buen fin de semana.
Luna: ¡cómo me alivia escucharte!. Ahora mismo dejo las pastillas que ya me estaba recetando el médico, que debe ser de los del otro "grupo", y me animo a juntarme con alguien como tú dispuesta a creer en nuestra cordura y sensatez con ánimo de dar la vuelta a alguna torna. Me estaba pasando como en la película que vi el otro día, en la Filmoteca, codirigida por F. Fernán Gómez, titulada "Manicomio", en la que a todos daban por locos, incluido el apuntador. Escucharte ha sido toda una terapia. Pásatelo muy bien. El lunes retornaré. ;-)
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