lunes, 31 de marzo de 2008

DESOLACIÓN (EL RETORNO DE GUSTAVO)


Gustavo retornaba de la India con una escultura de madera en una mano y, con la otra, arrastraba la maleta por la T-4 rumbo a la parada de taxis. Allí le esperaba Lucía, con un paquete envuelto en una mano y, con la otra, cerrando la puerta de uno de los coches. El beso fue elocuente, se entregaron acaloradamente y luego se preguntaron cómo estaban. Ella irradiaba una luz que le recordaba a la que tienen las personas en la India. Él estaba más delgado, más guapo, más varonil. Juntos tomaron un taxi que les llevó velozmente a su casa, sin soltarse de la mano, entre un derroche elocuente de hazañas y anécdotas que Gustavo le servía.








Llegaron a casa e hicieron café. Bajaron las persianas, abrieron las ventanas y hasta altas horas de la madrugada, continuaron agradablemente charlando, apoyados el uno en el otro en el cómodo sofá del salón, viendo fotos, riéndose. Por la calle, se oía gente tumultuosa regresar a casa. Era una noche de sábado con la luna llena como un plato y en el ambiente se cocinaba una febril menestra de sinrazones. Después de haberle enseñado más de un giga de fotos, había una que suscitó instantáneamente un comentario incisivo:




- ¿Quién es esa chica? -inquirió ella.


- Nadie. Una chica -contestó tímidamente Gustavo.


- ¿Una chica?, ¿cómo se llamaba?


- Una chica, sí, no hay duda. No recuerdo su nombre, Lucy.


- ¡Gustavo! ¡Mírame a los ojos!


- ¡Cariño!


- ¡Mírame a los ojos!


- Una chica, la conocimos en un pueblo, nos estuvo contando historias... ¿Por qué te pones así?




Gustavo no entendía nada. La veía a ella encolerizar por una simple compañía de viaje que había conocido durante su breve estancia en la ciudad de Benarés y no se reconfortaba. Terminaba extenuado intentando hacer entrar en razón a ella, pero el malestar más cancerígeno de la relación volvía a tambalear su salud y las fuerzas, ya consumidas, apenas podían intentar rejuvenecer lo que ya parecía expirar.

- Creo, Lucía, que no estás haciendo nada porque nuestros problemas desaparezcan y vuelves a excavar en la llaga que tanto daño nos hizo. Creo, que mi viaje a la India no ha valido para nada. Me voy.



Y tras un portazo, se marchó de la casa. Me llamó telepáticamente, bajo nuestro código personal; lo hizo varias veces, pero pensé que sería mejor dejarle solo, reflexionando sobre la lógica de la inmediatez con la que había asumido su derrota. Y se tranquilizaba pensando que por mucho que la quisiese, nunca aceptaría que las sinrazones adornasen su relación, decantándose por la soledad que lebrindaban los mansos momentos frente a la pasión encendida que asociaba a una mala compañía. Se emborrachó en el primer bar que encontró.






Dejé que hubiese reflexionado lo suficiente; lo hizo ante la atenta atención de un viejo lobo de mar al que invitaba a chatos de tinto al ritmo de los tambaleantes secretos que le desvelaba. Entonces aparecí, nos bebimos hasta el agua de los floreros. Mi intención únicamente era que Gustavo se sintiese eternamente libre y que se tomase un tiempo después para reflexionar sobre tanto ir y venir con Lucía, después de tantas dudas acerca del camino a tomar. La resaca y sus pasadas experiencias conformarán una respuesta a tanto atropello. La vida de Gustavo, desde ese día, se sigue reescribiendo.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo la de todos, día a día...pero a veces no notamos esa capacidad para reescribirla...me gustaría saber que decidió respecto a Lucía...

Saludos insomnes...

Blasfuemia dijo...

Los celos escriben tristes historias, sobre todo inútiles historias. Pero reescribirse es un ejercicio tremendamente sano y necesario. Es como reinventarse, re-descubrirse.

Marta dijo...

ABISMO
Historias que se acaban, historias que empiezan, es el vivir de los sentimientos.
petonicos dolços i tendres, sempre.

Luna Carmesi dijo...

Los celos son grava que se clava en los pies del caminante...
A veces conviene salir a pisar la hierba.

Besos Carmesíes Abismo!

M. J. Verdú dijo...

Reescribirse y reencontrarse a si mismo es el mensaje que me transmiten tus bellas lineas

Jota dijo...

"...en el ambiente se cocinaba una menestra de sinrazones".
Me encanta esa frase.

Cyllan dijo...

Aaaaggg, los celos, que temita Abismo. Que de lleno me toca. Son algo tan contradictorio... Por un lado demuestran que hay amor, creo que va pareja una cosa y la otra. Pero por otro pueden cargarse la confianza y la relación. Supongo que depende del grado y de si están justificados o no. Es terriblemente nocivo para una pareja tener que estar dando explicaciones cuando no has hecho nada malo, no es justo.
Besitos.
Que chulo lo que dijiste Carmesí :)

Blasfuemia dijo...

Abismo... tienes un cadáver en mi blog ¿puedes pasar a recogerlo? ;)

Apostata dijo...

Podrían haber terminado peor; podrían haberse casado.

Apostata dijo...

Señor Abismo, es usted un esteta del caos y me encantan sus historias.

Le agradezco su visita de esta tarde, recibo tan pocas que siempre es agradable saber que hay vida inteligente al otro lado de mis textos.

Por otra parte, leyendo sus microrrelatos, me ha entrado el gusanillo. Y haciendo una regresión al culoveo-culokiero de la infancia, ya he despachado dos "ciempalabros" con rumbo a la Cadena SER.

Un saludo... nos estamos leyendo.

PD.: no le servirá para gran cosa, porque es imposible redirigir un tráfico que no existe, pero sepa usted que ha sido incluido en el exiguo olimpo de mis enlaces. Entre Rosa Díez y el mismísimo William Wordsworth. Si le molestan las babes del Warren Beautty asediando a Natalie Wood, le cambio de sitio.

Abismo Ínfimo dijo...

Karen: hay veces que conviene más reescribir y otras sobrescribir. Su futuro en pareja se está reescribiendo, o quizás sobrescribiendo. Como dice Kundera, esta reflexión pierde su valor desde el momento en que el primer ensayo para la vida misma es la misma vida, con lo que no hay cabida para saber cuál sería el resultado del camino no experimentado. Ya sabremos más de Gustavo, sólo el tiempo nos da las pistas.

Blasfuemia: la inutilidad de los celos, su irracionalidad, ahora conduciendo a Gustavo a un redescubrimiento prematuro pero necesario.

Martona: la vida es un devenir de ciclos, de círculos que se abren; unos que se cierran, otros que quedan incompletos; a veces antojándose como espirales, otras como olas relajantes; con el único fin de dar un sentido al incuestionable y trascendental a nuestros ojos camino hacia la muerte. Petonicos.

Luna: linda metáfora. Supongo que el césped podrá ser cualquier respiro. Recojo tus besos carmesís.

Jota: menestra bajo el plato blanco de la luna amenazante. Me alegro, gracias.

Cyllan: consecuente reflexión sobre los celos, la subrayo en todos sus términos. No es justo. La irracionalidad no es justa. Los celos tienen que ver mucho con la desconfianza, sobre todo la que tiene uno sobre sí mismo. Besitos.

Blasfuemia (bis): ya discurro con el cadáver en mis manos. Espero no mancharme mucho de sangre.

Apostata: desde luego. O haber tenido un hijo, como esperaban. No sé que es peor. Un fuerte abrazo. Tienes un blog que me encanta. La calidad de un blog y sus afluencias masivas no están reñidas para nada y tu blog es un ejemplo, de pocas visitas y mucha, mucha calidad. No te desanimes, estás haciendo algo interesante. Me alegra que me enlaces y, con vistas a redireccionar tu tráfico, en cuanto vuelva a tener un momento haré lo mismop con tu blog. Un abrazo respetuoso, fuerte y cariñoso. Muchas gracias por tus palabras, derrochan belleza.



Por cierto, ayer me comentó un colega que cree que los relatos de la Ser han de ser de hasta 100 palabras sin contar la frase inicial obligatoria. Así que me cayo entonces, pero que lo expliquen en las bases, digo yo. ¿Me vuelvo a comer el tarro?


Os mando besos, abrazos, suerte y sentido del humor para este fin de semana que ya está ahí. Gracias.

Mandarina azul dijo...

No es que quiera tomar partido por Lucía pero no puedo dejar de preguntarme qué haría ella mientras tanto... No la veo tomando chatos de tinto, la verdad. Más bien la veo cargada de remordimientos.
Celos y remordimientos, menuda mezcolanza...
En cualquier caso es que no se puede decidir si no es desde la libertad. Así que les deseo a los dos, ante todo, eso: que sean libres.

Un beso, Abismo. :)

Abismo Ínfimo dijo...

Mandarina: precioso lo que dices. Intentaré que Abismo hable también con ella, desde luego que ella también tiene lo suyo.