domingo, 18 de mayo de 2008

UNA DE HONESTIDAD, FRAUDE Y AMOR DERRUMBADO


Me reúno con mi viejo amigo Emilio en su espectacular ático en el barrio de Lavapiés. Llego acompañado de V. y de M., después de que me hayan metido un pinchazo de Urbason por una alergia de contacto provocada por un cinturón traicionero. He venido cojeando pero parece que ya se me está pasando. Su casa es muy acogedora, está extremadamente limpia y ordenada y tiene un plato fuerte, una excéntrica piscina con solarium en la azotea. M. quiere dejar su abrigo en el armario y Emilio parece inquietarse por la visicitud. Por todos los rincones, yacen tableros de ajedrez dispuestos para la apertura. En la amplia terraza, en la que reina un silencio asombroso frente a azoteas y tejados que parecen calcados de los mismos tebeos de Ibáñez, iniciamos un reto amistoso V. y yo. Él bebe kalimotxo; yo un refresco con hielo, siguiendo dócilmente las instrucciones que me ha marcado la doctora. Emilio y M. charlan de los abismos ínfimos de la vida y el atardecer primaveral muta lentamente de color hacia una noche que parece de verano; una luna alta y semillena decora el cielo despejado. Suena el teléfono de Emilio. "No sé quien me llama -dice-. No cojo el teléfono a desconocidos".




Continuamos devanándonos los sesos entregados a lo que una apertura escocesa nos ha deparado, cuando el telefonillo nos saca de nuestro particular ensimismamiento. Esperamos a Vi., a Pa., a Ca., y a Pai., a quienes conocimos hace justo un mes cuando festejábamos con una paellada virtual el aniversario de la República, sin separarnos ni un fin de semana desde entonces, por el motivo de que mi amigo V. se entregará en conatos de amorío con Vi. desde ese día. Cuando las vemos traspasar la puerta, curiosamente ninguna de ellas hace ningún gesto de admiración por lo llamativo de la casa. "¿Qué os parece?", les pregunto extrañado. "Es preciosa", dicen al unísono. Y continúan hablando de la casa con toda la normalidad. Sinceramente, ningún comportamiento anima a despertar mi curiosidad. M. sí anda mosqueada, aunque no dice nada.





Llaman nuevamente por el telefonillo. Es J., viejo amigo de Emilio, al que conocí el jueves y del que capté su belleza interior al poco de entablar conversación. J. me va a contar, con una carga de humanidad envidiable, los pormenores de los capítulos más importantes de su vida, los cuales sin duda que me estremecen y desde luego que merecerían no otra entrada aparte, si no toda una novela. Pero ésa es otra historia. Lo que es evidente es que, desde el jueves que le conocí, entre cervezas y chulapos castizos en un ambiente festivo, cuando al final terminamos Vi., M., Emilio y yo en un pub de Lavapiés charlando, estábamos seguros de haber conocido a una persona entrañable donde las haya.





Pa. me va a decir que con el pinchazo de Urbasom lo más que me puede pasar si bebo es provocarme una somnolencia precipitada, porque su novio (o su ex-novio, no recuerdo) se pinchaba corticoides antes de salir de fiesta y terminaba siempre indemne, así que decido servirme un sugerente ron añejo en el vaso. Se suceden las copas y el ambiente se anima en una gratitud gustosa. V. le pregunta a Vi. por la chaqueta que acostumbra a llevar y ella le dice que la perdió el jueves. Acto seguido se dan un beso acalorado. Ella se levanta para ir al baño y M., en un genuino gesto de intuición femenina, se alarma al comprobar que Vi. es la única de las chicas que no ha preguntado por el baño. La alarma ha sonado en el intrínseco mundo de M. Yo, en un ingenuo gesto de masculinidad, me siento despreocupado y animado en otros menesteres, me siento muy a gusto con la compañía y ninguna otra cosa me preocupa.




Las chicas (Vi., Pa., Ca. y Pai.) tienen que irse, las esperan en otra fiesta. Ya han visitado todas ellas la espectacular casa que dentro de nuestra ignorancia estaba ya proyectada en el interior de sus infantiles y fantasiosas imaginaciones. Continuamos charlando los que nos quedamos.




"Siento en el pecho un punzón enorme", o algo así me dice Emilio. "Cuéntame", le digo. Y hace un gesto de adentrarse en la casa. Yo le sigo. Junto a la cocina, me pregunta: "¿V. está muy enamorado de Vi.?". Me doy cuenta al instante. El jueves, cuando M. y yo decidimos marcharnos del rockero y rojizo pub de Lavapiés, Vi. le dijo a Emilio: "Pero nos quedamos a tomarnos esta cervecita, ¿no?". Y M. y yo nos marchamos. Allí se quedaron los dos, ante una larga noche por delante, y la curiosidad me dio qué pensar, pero no me informé del final cuando llegó el día siguiente. Lo que llamó mi atención es que Vi. no le contó nada a V., ignorante de que su chica se había quedado a solas con mi amigo. Yo prefería no contárselo a V., esperaba que fuera ella la que no escondiese nada. Pero ourrió lo que tenía que ocurrir. Como suponéis, Vi. y Emilio terminaron en el ático, con la intención por parte de él de que ella se quedase a dormir en el sofá, pues no eran horas de volver a casa, tan alejada de Madrid. Y así parecía que iba a ser. Los peones no los iba a mover Emilio; ella tenía preparado un enrroque y se le abalanzó. Y el alcohol hizo el resto. A la mañana siguiente, el sol hizo olvidar a Vi. su chaqueta. Y como Emilio, y esto parece un culebrón, se había enrrollado con Ca. unos días antes, Vi. nos llamó para pedirnos el teléfono de Emilio justificando que su amiga quería hablar con él. Vi. quería recuperar su chaqueta. Y este día había llamado a Emilio, cuando estábamos todos con él y él no quiso cogerlo, para decirle que si no le importaba volver a su piso, cuando había quedado allí con el enamoradizo de mi amigo V.. La chaqueta permanecía en el armario que justamente teníamos detrás.




Salimos a la terraza, en la apariencia de no haber pasado nada, intentando no cortar la maravillosa noche que estamos disfrutando. Pero no paro de fijarme en la alegría romanticona que subyace en mi preciado amigo V. y me encuentro profundamente afectado por lo que me acaba de revelar Emilio. Intento no abatirme. M. no se puede contener más y me suelta, como un hachazo: "Emilio se ha enrrollado con Vi., ¿no?". Qué listas son las mujeres, pienso.




La noche continúa por los bares de Lavapiés. Entre el copeo y el tumulto, pienso que la sangría hay que servirla en frío, mientras Emilio me cuenta que Vi. le dijo que ya no estaba con V. cuando se enrrollaron, sugeriéndome por otra parte servirle él mismo la bandeja. Todos sabemos lo que pasa, me cuesta ver a mi amigo tan enajenado y ausente, agarrado a una ficticia relación, a una quimera que quema y que abrasa. Pienso que lo debo hacer yo y le animo a desvelar un puzzle mañana al mediodía en mi casa. V. quiere saber más. El puzzle es muy largo, le digo. Y finalmente, el resto del grupo se marcha. Nos quedamos V. y yo a solas. Le sirvo el plato así, de sopetón. Otra enajenación le invade. A mi amigo se le cae el mundo. A nosotros, unas amistades. Pero la vida continúa...

23 comentarios:

Anónimo dijo...

como son las cosas un dia piensas que lo tienes todo que tu vida es casi perfecta pero enrrealidad no es asi.
duele que la gente(vi)onde una bandera de ideales positivos de sinceridad,confianza y a la primera de cambio te den una puñalada trapera.
no puedo llegar a entender que feliciad se consigue con esto,jugar con las personas con unos sentimientos que ahora estan rotos
pero aqui estamos y confio en que v encotrara a la persona que ondehe la misma bandera que el la de l amor respeto confianza y onetidad, animo victor

Luna Carmesi dijo...

Es curioso como de intrincados pueden ser los recodos de las relaciones humanas...
Yo ando precisamente escribiendo algo parecido...

El asunto de la chaqueta me ha puesto especialmente nerviosa...

Un beso.

Anónimo dijo...

V., si de verdad has amado siéntete afortunado y quédate con lo q has sentido, porq tu has vivido algo increible, lo q es realmente triste es q alguien no tenga la capacidad de entregarse y de dejarse llevar.
Recuerda, cuando abandones este mundo no te podrás llevar contigo nada de lo q has recibido, solo lo q has dado.
No ser nada y no amar es lo mismo y es mejor haber amado y perdido q jamás haber amado.
Anímate, espero q te guste este poesía...

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

(FRANCISCO DE QUEVEDO)

Abismo Ínfimo dijo...

Anónimo: esas son las alas que se necesitan. Un fuerte abrazo.

Luna: a ver con qué nos sorprendes. La verdad es que la chaqueta era un punto en la trama que enganchaba la historia desde el principio hasta el final. Un besote.

Ángel Caído: qué bonito lo que dices, pareces venido del romanticismo decimonónico. Sin embargo es por el amor por lo que te mueves, por el mismo motor que desde tiempos remotos lleva moviendo a los humanos. Y lo que dices es precioso para que lo escuche mi amigo. Además te curras meter una bella poesía. Te lo agradezco. Y bienvenido por aquí.

Blasfuemia dijo...

Aunque a veces sea.. "incómodo"... las relaciones entre las personas admite todos los matices, todas las variantes... Pero en el fondo, ese es el atractivo.

Abismo Ínfimo dijo...

Blasfui: quizás sea lo divertido del ser humano su carácter mutable, me apunto esa idea. Quizás la historia que relaté no fuese una de buenos y de malos, y sí de humanidad, el caso es que a mi amigo se le derrumbó lo que tenía en un pedestal y el cuento ahora se escribe de otra manera. Pero me apunto tu idea.

Anónimo dijo...

El tiempo lo cura todo, incluso puede q algún día todos y cada uno de los q os habéis visto implicados en esta historia lo veáis como un suceso positivo en vuestras vidas, todo pasa por algún motivo y aunque al principio escueza puede q algún día quede un bonita cicatriz q esconda alguna bonita historia.
Estoy de acuerdo en q en estas historias no hay ni buenos ni malos sino seres humanos q coinciden en el mismo tiempo y lugar, pero q tal vez no están en momentos de su vida q sean compatibles.
Sin embargo, la honestidad siempre debe ser exigida independientemente de la situación y del momento en el q nos encontremos, podemos tener fallos, de acuerdo, estamos hablando de seres humanos, pero la honestidad y la empatía siempre deben acompañarnos donde quiera q sea, y digo la empatía porq tal vez hoy somos jueces de esta historia, pero quien sabe, tal vez mañana estemos sentados en el banquillo de los acusados.
Ánimo V (y a tí tambiém Vi.)Y al resto...ánimo tb.
Me está encantando este blog...

Abismo Ínfimo dijo...

Ángel Caído: es de esas veces que empatizas con todo lo que te están contando, que lo compartes de la misma manera. No tengo más que palabras de elogio para tus palabras y manifiesto toda mi sintonía contigo. Además, animas a Vi, lo cual te hace más grande. Que sepas que se te acogerá con mimo en esta casa.

Anónimo dijo...

Emilio no ha sido sincero...deberíais preguntarle qué le dijo a Vi, cuando ella le dijo que dormía en casa de Lu. Y cómo la convenció para que fuera a su ático. No todo es blanco o negro...Lo siento por V. y espero que se recupere pronto del desamor, pero Vi no fue la única traidora de esta historia...

Abismo Ínfimo dijo...

Anónimo: esto se caldea.

Anónimo dijo...

Que cobardes son algunos¡¡¡ Prefieren culpar a los demás de sus errores.
Sí, seguro que Emilio no fué sincero del todo pero al fin y al cabo el compromiso lo tenía Vi.

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, esto cada vez se pone más interesante.
Que cada uno cargue su culpa. Hay quien miente para pillar y hay quien no se porta correctamente con quien está.
Lo más gracioso: la "original excusa" de se abalanzó sobre mí e iba borracho.

Anónimo dijo...

Oye, menudo drama......
Desde luego lo de "se abalanzó sobre mi e iba borracho" es una excusa barata, cutre y poco inteligente...
No puedo sopartar el típico que tira la piedra y esconde la mano.
Que de la cara..

Anónimo dijo...

Antes de q esto se convierta en un capítulo de Melrose Place, voy a aclarar unos cuantos punto negros importantes de esta historia;
Emilio no me convenció para subir a su piso, eso es casi tan increíble como q yo me abalanzase sobre el pobre Emilio cuando él solo pretendía darme cobijo xq yo esa noche no tenía donde caerme muerta. A la casa subí yo solita sabiendo lo q podía pasar. Y evidentemente Emilio no me invitó a subir porq yo le hubiese dicho q yo no estaba con V.. Nadie se abalanzó sobre nadie, y si alguien lo cree así q lo denuncie a la policía, xq eso es violación.
Yo tengo muy claro q soy la principal responsable de esta situación y no culpo a nadie de mis errores, la responsabilidad es mía desde el principio hasta el final xq era yo la q tenía un compromiso con V. , Emilio no es más q una excusa en esta historia de HONESTIDAD, FRAUDE Y AMOR DERRUMBADO.
No quería entrar al trapo pero creo q esto se está yendo de madre.

Anónimo dijo...

Ohhhh! pobrecito Emilio, sólo e indefenso aquella noche, con las manos atadas sin saber cómo quitarse de encima a la embaucadora de Vi. Es muy fuerte, creo que es el más perjudicado porque no pudo hacer nada, estaba indefenso, seguro que sólo pensaba en V. y en cómo decirle rápidamente la violación que había sufrido...qué drama, y todavía el que ha escrito la historia en el bloq no ha caído del guindo??? que se dedique a escribir novela romántica o de ficción porque para otra cosa no sirve, que ponga los pies en el suelo y se dedique a consolar a V. y a felicitar a Emilio por su gran actuación. Vi. ha sido una perra con V. pero vosotros sois un atajo de hipócritas, que no se que es peor.

Anónimo dijo...

Si Vi. se le abalanzó, pudo haberse negado, si lo aceptó, el falso arrepentimiento en forma de "punzada en el pecho" es lo peor. Lo que ha hecho Vi. no está bien, pero por favor, el que la juzgue, que mire primero si nunca hizo algo así...

Anónimo dijo...

Jo, que pena que Ri piense que somos un atajo de hipócritas.

Solo decir que dos no se enrollan si uno no quiere.
Un besito. Manuela.

Anónimo dijo...

me parece vi que vas de super guay por la vida no se puede trarar asi a la gente,emilio tampoco es una persona honesta,el tema es el pobre v como se a quedado no es quien se dejo seducir por quien esta historia es tipica vendemos amor y damos cariño.
¿a quien no le gusta hechar un polvo?
como dice ri nadie le puso una pistola el era libre y disfruto con todas las consecuencias ahora que no sea abestrus y que cuente todo que dos no hacen si uno no quiere

Anónimo dijo...

Hola a todos los jueces anónimos de esta historia. Voy a empezar presentándome, soy Paula y creo que vosotros deberíais hacer lo propio si tan seguros estáis de los juicios que estáis emitiendo. Más que ayudar o dar apoyo a los implicados en esta historia estáis perjudicándolos así que si alguno de los anónimos se considera amigo de los principales aludidos supongo que tendréis la suficiente confianza como para decírselo directamente a ellos. Por suerte en este mundo nadie es perfecto y son las piedras sobre las que tropezamos en el camino las que nos enseñan a crecer y nuestros amigos los que nos ayudan a levantarnos. Esta historia, a parte de honestidad, fraude y amor derrumbado también trata de amistad, que aunque corta ha sido intensa. Me gustaría aclarar que ninguno de los anónimos somos nosotras pero entendería que os estuvieseis imaginando que sí lo somos. Nos alegramos muchísimo de haberos conocido y sólo espero que en el futuro, cuando vuelva la calma, podamos seguir conociéndonos y compartiendo risas y buenos momentos como hemos estado haciendo hasta ahora. Sólo eso, mil besos, Paula.
PD: Y siempre respetando la libertad de expresión, salud y república!! :)

Anónimo dijo...

¿Vi. se abalanzó sobre Emilio y él no pudo hacer nada? ¡Qué horror! ¡Pobrecito! ¿quién es culpable? pues, todos, ¿no? amistad+amor+sexo es una mezcla que no siempre sale bien, pero, chicos, espero que todos los problemas que tengamos sean estos. Los hay mucho peores. Besos desde Viena ;-)

Abismo Ínfimo dijo...

Paula: me alegra oír esas palabras. ¡Esa Paula!. Me encontraba muy molesto ya con todo esto cuando llegas tú y templas las aguas. ¡Pues claro que habéis sido unas amistades estupendas! Lo que ha ocurrido ha sido una tontuna de tu hermana, que ya ha demostrado estar jodida con lo sucedido, y esperamos que todo haya sido una anécdota con la que reírnos. Todo esto puede decirse porque os consideramos ser buena gente. Un abrazo.


Abrazos al de Viena.


Al resto de los anónimos, más abrazos.

Anónimo dijo...

bueno, que alegra que todo se vaya calmando... por cierto, Abismo Ínfimo, escribes bien. Ahora que conozco tu blog cotillearé tus relatos :-)

Besos a todo@s.

Yara (la de Viena)

Abismo Ínfimo dijo...

Yara: te lo agradezco. Bienvenida. ¿Vives en Viena?. Ésta es tu casa. Y mejor siempre en aguas calmadas que trémulas. Muchos besos.