En su mesilla, el teléfono móvil sonaba y vibraba martirizantemente. Era la alarma vespertina, pero el alcohol le mantenía en un sueño celestial, entre algodones y risas alborozadas, y la grosera melodía del móvil comenzaba a encontrar un hueco propio hasta convertirse en una súbita y estridente aclamación, como cuando uno disfruta de su vuelo y, de pronto, se topa de bruces con el suelo. Pero la resaca era tremenda y apenas hacía dos horas que se había acostado, su cabeza parecía una caja metálica atravesada por afiladas agujas y ella ya no estaba. Era imposible ese día no ir a la oficina, pensaba, pues su jefe estaría a primera hora esperándole para explicarle unas funciones nuevas. Había que levantarse de golpe, como pensaba que se levantaban los soldados en la mili, a pesar de que él había sido, ya hace años, objetor de conciencia. Directo a la ducha, no reparó en que ella le había dejado una nota en la mesa del salón. Cuando salió del baño, con el albornoz desaliñado por las prisas, leyó lentamente, empezando otra vez desde el principio, cada una de las frases que ella le había dejado en ese trozo de cartón que ahora tenía un valor inusitado. Se quedó pensativo. Dudó en principio. Luego reflexionó.
¿Era ella la chica del bar de anoche?. ¿O...?. ¿Quién era la chica con la que se había acostado?. Recordaba la última chica con la que había hablado en el bar. No recordaba nada más posteriormente. Pero a esa chica la había conocido esa misma noche y en la nota ponía: "Ayer fue como la primera vez que nos conocimos". ¿Con quién se había acostado?. No podía visualizar la cara de quien había estado pasando la noche en su casa y solo le venía la de la chica del bar, a la que juraba no haber visto con anterioridad. ¿A qué se refería con lo de "la primera vez que nos conocimos"?. No salía de su duda. Entonces se vistió y se marchó a la oficina.
Después de que su jefe le hubiese aleccionado con inútiles instrucciones que luego demostrarían ser ineficaces, él cargó con el montón de papeles y se dirigió atareado a su mesa, cuando el teléfono sonaba tortuosamente.
- Ediciones XXX... Dígame
- Hola YYY... ¿qué tal estás?
- Bien, ¿y tú?
Él no sabía con quién estaba hablando, aunque su voz le resultaba muy familiar.
- Espabilada ya, aunque con un poco de resaca -le dijo-
- Pero, ¿quién...?
- ¿Quién está peor?. Seguro que yo, que me he levantado antes que tú.
Le corrió un escalofrío por el cuerpo. Pensó que era la chica con la que se había acostado la noche anterior, pero ¿quién coño era?, pensó.
- Pero tú no bebiste tanto como yo. El whisky a mí me deja echo polvo -pensó que si le decía lo que bebía podía quizás identificarla-
- A mí el whisky no me deja mal, pero ayer fumé mucho.
¿Quién bebe whisky?, pensó, ¿con quién estaba hablando?. Su voz le recordaba a la de Nuria, una ex novia que tuvo años atrás.
- Tú antes no fumabas.
- Nunca he fumado.
Podía ser ella.
- ¿Dónde estás? -le preguntó él-
- En la escuela, los niños están en el recreo.
Nuria era cuidadora de niños, pero hacía mucho que no la veía, no podía ser ella.
- Te quería preguntar una cosa -le dijo-.
- Dime.
- Oye, ¿cuánto hacía que no nos veíamos?
- ¿Cuándo?
- Ayer.
- Ayer te conocí, YYY. ¿Por qué me preguntas eso?
- Por la nota que me dejaste.
- ¿Qué nota?
Él colgó el teléfono. Le temblaba todo el cuerpo, el corazón se le había alterado y por las manos se deslizaba el sudor pudorosamente. Sonó de nuevo el teléfono. Dudó de cogerlo. Su compañera de despacho le miró descaradamente. Finalmente se abalanzó al auricular.
- ¿Sííí?. Ediciones...
- ¿YYY?, ¿me oyes?.
- Te oigo, dime, es que se ha cortado.
- ¿De qué nota me hablabas?
- No, nada, es que me he liado.
No podía preguntarle quién era, se moriría de vergüenza si ella se daba cuenta de su desconocimiento. Entonces carraspeó, y dijo:
- ¿Te lo pasate bien anoche?
- Yo sí, tú no sé -eso le desconcertó- ¿Te lo pasate tú bien con la chica con la que te fuiste?
- ¿Con quién me fui?
- Tú sabrás.
- Mira, está claro, esta tarde quedamos y te cuento todo, ¿vale?, ahora tengo mucho trabajo.
- Vale. ¿A las 6 dónde?
- En la Puerta del sol. En el Oso y el Madroño.
- Allí estaré.
Un escalofrío le corrió por el cuerpo. Al menos cuando llegara a la cita comprobaría que la chica con la que había quedado era la chica a la que había conocido la noche anterior. Pero... ¿quién le había dejado la nota?, ¿con quién se había acostado?.
A las seis en punto estaba clavado y puntual en el Oso y el Madroño. Esperó diez minutos. Se le acercó una desconocida.
- Hola, YYY.
- Hola, ¿quién eres? -le dijo-.
- Has quedado aquí conmigo a las seis. ¿Se te ha olvidado?
Entonces se fijó en su cara. Le sonaba mucho. Anoche estuvo hablando con ella, le debió dar su teléfono. Ahora se acordaba de cuando se despidieron. Le dijo que se iba a dormir, que madrugaba al día siguiente. Y alguien más estaba con ellos.
- Había quedado contigo, sí. ¿a qué hora te fuiste tú? -le preguntó a ella-
- Poco después que tú -le contestó ella-. ¿Fuiste a dormir o te fuiste con esa chica?.
- Si te digo la verdad, no lo sé.
- Pues que sepas que a esa chica la conozco, y yo no me fiaría de ella.
- ¿De qué la conoces?
- Se llama Nuria. Iba a clase con nosotras, nunca fue de fiar.
De pronto, cayó en la cuenta. Se refería a su ex, a Nuria, a la cuidadora de niños. Se acordó que la había visto anoche, de pronto se acordó, pero no recordaba qué había hablado con ella, ni nada más, tampoco si había dormido con ella, ni siquiera si habían marchado juntos. Pensó en la nota, tenía que ser suya. Decía "Ayer fue como la primera vez que nos conocimos. Mi enamoramiento ahora es tal que me vienen a la cabeza recuerdos como si fueran regalos que me hace el pasado". Se dio cuenta de que la persona a la que tanto había amado en el pasado había pasado la noche en su cama, y ahora le ofrecía una oportunidad.
- La chica de ayer era una amiga -le dijo él a ella-. Y ahora disculpa pero me tengo que ir.
La dejó allí plantada, bajo las nubes que decoraban la madrileña Puerta del Sol. Se fue extasiado, sin decir nada más, creyendo olvidada la noche anterior pero teniendo claro que alguien le estaba esperando, alguien que para él era muy especial. Marchó por la calle Carretas, comprobó la agenda de su móvil. No tenía grabado su teléfono, quizás se lo hubiese dado a ella. Era cuestión de esperar a que su móvil sonase, esta vez plácidamente.
7 comentarios:
Esperar placidamente una llamada?
Ufff... jejeje
Me ha encantado esas divagaciones estresantes en la oficina1
:)
(una sugerencia: Creo que cuando estes configurando la entrada esetaria bien que la alineacion del texto este en linea tanto en derecha como en izquierda, ya sabes con compensacion de espacios automatica. Creo que le quedarian muy bien a tus textos largos. Solo es una sugerencia.)
:-)
El whisky debía de ser de garrafa, eh. Y garrafal el error.
Luna: Sabía que desconcertaba lo del "plácidamente", pero la llamada era esperada y además quería cerrar con el principio, con la martirizante llamada vespertina.
Esas divagaciones estresantes intentan parecerse a las que tan bien describes tú en tu blog, que ensimisman al que las lee.
Gracias por lo del alineado, yo también acabo siendo algo escrupuloso con estas cosas.
Blasfuemia: ese ingenio siempre desbordándote. ¿Cómo no te pedí consejo para el título de la entrada: "Whisky de garrafa; error garrafal"?. Ya te pasaré el proyecto de mi novela para que te devanes los sesos. ¿Cogiste fuerzas de las navidades?
ojalá ellos se encuentren...me gustan los finales felices :)
gracias por tus palabras, sinceramente, tu comentario fue de los que uno espera encontrar, me di cuenta que entendiste perfectamente el mensaje, gracias
un abrazo
claudia
perdón, olvidé decirte, tu relato me atrapó desde la primera linea, me encanta como está escrito, me gusta tu estilo
beso
Me gustó como enganchas al lector, mezclando esa corriente de pensamientos......la descripción de la resaca, la incertidumbre de esos clásicos "borrones de cassette" etílicos y el desenlace "sobrio" del relato.....
Te seguiré leyendo......saludos
Claudia: el final es para el lector. Me alegra haberte entendido como dices, tu entrada sugería mucha magia. Otro abrazo desde las muchas millas que nos separan.
Karen: muchas gracias, de verdad. Me alegrará verte por aquí, será todo un placer.
Hasta pronto.
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