viernes, 22 de febrero de 2008

¿ECTO QUÉ?


Gustavo no disimulaba su impaciencia mientras Lucía preparaba minuciosamente el test de embarazo que habían adquirido minutos antes en una farmacia de su barrio. Lo hacían sentados en el sofá de su casa, junto a una estantería en la que reposaba un tacataca que con esperanza habían comprado meses atrás anticipando un futuro que con tanta vehemencia habían imaginado. Lo habían intentado asiduamente y con esperanzas, pero Lucía nunca se había quedado embarazada. Esta vez, el retraso era de cinco días y los nervios inquietaban a Gustavo, que mantenía en su mano un botecito con la vespertina orina de Lucía, amarillenta y llena de esperanzas. Nunca Gustavo había depositado tanta fe en un frasco de pis, como esa mañana de domingo. El resultado se antojaba una duda inquietante. Finalmente, lo esperado, el test daba positivo. Lucía estaba embarazada, por primera vez después de tantos intentos.



La explosión de júbilo fue tal que la cabeza de Gustavo chocó contra la lámpara, aunque el resultado fue inocuo. Lucía estaba pálida a la par que murmuraba expresiones de alborozo. "Por fin, Lucía. Lo hemos conseguido", le decía a ella cariñosamente, acariciándole la mejilla. Y se abalanzaron en abrazos estremecedores, en una pasión desbordada que les llevó a hacer el amor allí mismo, en el sofá, con un televisor inanimado de fondo que no les distraía.



Al día siguiente, me encontré a Gustavo. Salía de la Filmoteca Nacional.



- ¿Qué película has visto? -le pregunté.



- "Marta y alrededores", una película del 99 en la que participó una amiga mía.



- ¿Qué amiga, Gustavo?



- Se llama María José Millán, trabajamos juntos en el archivo de un hospital. ¿Sabes?



- ¿El qué, Gustavo?



- Lucía está embarazada -me dijo ilusionado-



- ¡Enhorabuena! -exclamé-. Ahora por fin serás padre.



- Me surgen las dudas ahora, Abismo.



- ¿Dudas?



- La película me ha creado dudas. Me identifico mucho con sus personajes. No sé si podré estar a la altura, como les pasa a ellos.



- ¿Por qué piensas así, Gustavo?



- Mis deseos de ser padre se enfrentan al temor de que lo de la Lucy y lo mío no funcione. Y los temores son de cierto alcance.




Nos dirigíamos por la calle Atocha en dirección a Jacinto Benavente. Entonces Gustavo me confesó un secreto. No es mi intención desvelarlo, porque se lo he prometido, aunque lo que me ha susurrado me anima a pensar que Gustavo será padre y las fuerzas que esto le dará le animarán a sentirse tranquilo y en sintonía con Lucía. Su secreto será eterno por los tiempos de los tiempos, pero cierto es que da esperanzas para pensar que Gustavo será feliz, pase lo que pase, y con ello el futuro de su hijo.



Pero hoy ha sido un aciago. Han ido juntos al ginecólogo. Esperaban sentados a que el doctor hablase.


- Mala suerte -les anunció-. Estamos ante un caso de embarazo ectópico.


- ¡¿Ecto qué?! -exclamó Gustavo, agarrándose firmemente a los brazos de la silla.


- Tranquilo, cálmese, yo les explico.


El doctor les habló de lo que también se conoce como embarazo abdominal, tubárico o cervical, un embarazo ocurrido fuera del útero causado frecuentemente por una afección que obstruye o retarda el paso de un óvulo fecundado, a través de las trompas de Falopio, hacia el útero, posiblemente causado por una obstrucción física en la trompa.





Lucía se desmayó. Gustavo permaneció inmóvil, pálido y absorto. Yo les esperaba en la sala de espera de la consulta. Cuando abrieron la puerta, el doctor acompañaba a Lucía desvanecida, Gustavo me intuyó. Entonces hice despertar mi magia. Utilicé un faro de la costa gallega para que resplandeciera la luz de la sabiduría y de la fascinación. Lucía se reanimó, en cuestión de segundos. El doctor les animó diciéndoles que no se preocupasen, que no debían de perder las esperanzas, que todo era posible, que no había problemas. Así sucedió. Todo transcurriría con normalidad.





Por un tiempo, Gustavo y Lucía aminoraron sus deseos de ser padres y decidieron darse un tiempo para darse cuenta del alcance de esos deseos, con serias intenciones de exprimir la juventud que la vida les brindaba, repleta de energía y bajo una fuerza del amor que con el tiempo se propondría cimentar las bases de lo que todavía compartían. Los días transcurrirían entre el nirvana y la autoconvicción, disfrutando el eterno momento, flotando y volando hasta que las dudas retornasen de nuevo, esta vez con otro ímpetu aunque con una potente creencia en uno mismo y en el otro, capaz de decidir cualquier contienda. La felicidad volvía a su agenda.


En otro orden de cosas, aprovecho para felicitar a mi hermano y a mi cuñada, a la espera todos de que nazca Mencía o Pablo. Mucho cariño para ellos.

14 comentarios:

goloviarte dijo...

gracias por el comentario en el blog,si quieres puedes ver toda la obra en http://www.lopezvicente.com
puedes utilizar las obra para tu blog si lo deseas,y escribir a mi email si quieres comentar algo
goloviarte@hotmail.com
gracias

Cyllan dijo...

Me lo he leído sin parar a descansar, como sólo se leen las vidas de los demás, las reales quiero decir. Mmm, y luego me siento un poco mal, por cotilla, no sé, no conozco a esa pareja feliz. Espero que estén de acuerdo con que publiques algo tan íntimo de sus vidas, si no te van a matar :D
Lo explicas muy bien Abismo lo que quieres decir. Me quedo preguntándome cuanto te toca a ti y a tu pareja de ese tema, je.

Mandarina azul dijo...

Yo deseo felicitarte a ti, Abismo. Por cómo has relatado la historia, yendo más allá de los hechos, pero contando lo justo y necesario, por lo que has sabido transmitir...
Y por tu futuro sobrino, claro, también.

Un beso, Abismo. Me encanta leerte. :)

Abismo Ínfimo dijo...

Goloviarte: gracias por la información.

Cyllan: es un tema del que uno que escribe no se evade del todo y se lo plantea y medita y deja que fluya hasta que la decisión venga sola. A decir verdad, las prisas en esto no me conciernen.

Mandarina: ya te lo dije en tu blog. Para mí es un placer muy gustoso leerte, y tu capacidad de sorprender me sorprende cada día que te leo. Así que mira qué bonito.

Muchos besos constipados pero optimistas. Que disfrutéis lo que queda de finde.

Luna Carmesi dijo...

Este relato no es un relato... Es un regalo, para tu familia y para nosotros.
Gracias por estos regalos.
Gracias.
Besos.

Blasfuemia dijo...

A veces lees cosas que... te dan ganas de hacerte invisible... Gracias por contarlo.

Abismo Ínfimo dijo...

Luna: a uno le agradan tus elogios. Lo mejor de todo es volver a ser tío por segunda vez. ¿Tú tienes una sobrina sólo también, no?

Blasfuemia: me estrangulo intentando entender lo de invisible pero mi trancazo no da para más y solo me queda darte las gracias.

Besos y más besos domingueros aunque cargados de mocos.

Cyllan dijo...

Por cierto, se me olvidó comentar que me llamaron la atención los tres primeros cuadros que hay en esta entrada. ¿Nos cuentas algo más de ellos? Please.

Abismo Ínfimo dijo...

Cyllan: mi desconocimiento es total, no te puedo responder, los he encontrado con san google imagenes. Te han molado como me han molado a mí, son muy guapos.

Anónimo dijo...

Gracias Abismo, me ha encantado leerlo...Estoy encantada de que mis hijos tengan un tío tan maravilloso. Besos.
Tu cuñada.

Abismo Ínfimo dijo...

Olivaaa.. me alegra mucho volver a leerte por aquí. Uno está encantado de ser tío y padrino de tu hijo. Y ni que decir tiene la ilusión que hace volver a ser tío por segunda vez. Aprovecho para mandarle un besazo a Miguel y decirte a ti que tus palabras aquí hacen más grande al blog. Otro besazo.

Anónimo dijo...

Ya sabes abismo que te sigo de cerca y leo tu blog a diario..., apenas dispongo de TIEMPO( ese bien tan preciado hoy en d�a)creo que voy a leerme nuevamente MOMO.... para poder participar m�s en �l. Te prometo que a partir de ahora lo voy a hacer.
Espero que nos veamos pronto.
Besazos para t� y Manuelilla.

Anónimo dijo...

Eres fantástico...

"Utilicé un faro de la costa gallega para que resplandeciera la luz de la sabiduría y de la fascinación."

Que bueno que aquí también usas tu faro...

Abismo Ínfimo dijo...

Oliva: estoy seguro de que, al menos, tu falta de tiempo no te convertirá nunca en ninguna mujer gris. Besos cariñosos.

Karen: quizás fantasioso. Me alegra observar tu asiduidad. Haré que el faro resplandezca también para ti. Te mando muchos besos resplandecientes.