Anoche soñé con Gustavo. Me desperté acordándome perfectamente de los pormenores. Flotábamos en un lago salado, sobre una balsa tranquila que navegaba lenta pero firmemente. Yo estaba recostado, sobre una hamaca que armonizaba un ligero chasquido agudo al balancearse. Él también estaba tumbado, abrigado por un flotador gigante, con los brazos hacia atrás bajo su nuca. Contemblábamos una maravillosa puesta de sol, anaranjada y violácea; corría una ligera brisa, casi imperceptible. Recuerdo que sólo podía oír los sonidos de mi respiración, pero observaba a Gustavo, en la quietud.
En el momento en que el sol se escondió, Gustavo se levantó suavemente, con elegancia, armonioso. Se acercó al timón y lo asió con energía, aun sin brusquedad. Con la otra mano hizo un movimiento decidido en el motor y la embarcación se aceleró, sin cambiar el rumbo. En las comisuras de sus labios se dibujaba una sonrisa calmada, satisfecha. Y comenzaba a entonar una melodía repetitiva con su silbido, pegadiza, que yo escuchaba por debajo de los sonidos de mi respiración. Yo la tatareaba. Sentía entonces la necesidad de tenerle más cerca; me arrimaba a él. Su mirada se dirigía perdida a la proa, perdida en sus divagaciones. Yo le observaba y me acercaba. Así que me encontré junto a él, y le froté lentamente mi mano por su hombro, también por su espalda. "Éste es mi lago" -me decía- "mi lago salado. Mira qué calma. Atrás dejo todo lo que he llorado." -continuaba-. Y yo contemplaba un mar de lágrimas saladas que se expandía hasta el horizonte más lejano. "Después de todo, ahora puedo navegar" -me decía-. Yo le consolaba continuando con las caricias, aunque contemplaba en él una mirada un tanto ida, obstinada, impersonal.
Le pregunté si el lago que navegábamos era el lago del que tanto me había hablado con anterioridad. Y me dijo que no era aquél del que tanto me había hablado, pero que el lago por el que navegábamos, que decía que era suyo, era diferente a lo que él nunca había conocido. Un lago en el que las aguas estaban tranquilas y cálidas, sin mareas, entre una temperatura agradable, aunque el viento no cesara. Observaba al otro lado de la orilla una vegetación muy florida y frondosa. Insistía en que no era el lago del que tanto me hablaba, pero que se había encariñado con él, hasta el punto de amarlo.
En la oscuridad, las estrellas relucían con fuerza, la luna estaba recostada. De las aguas rezumaba una neblina pacificadora. "Este es mi lago" -me decía- "te invito a que lo conozcas". Algunas aves noctámbulas parecían contestarle con sus gorjeos. Y me dejaba escurrir a través del mágico lago de Gustavo, donde decía sentirse cómodo, relajado, de la misma manera que yo me encontraba en él.
El despertador sonó abruptamente en su hora habitual, pero yo guardaba unas emociones gratas de mi viaje con Gustavo a través de su lago. Hoy he querido verle para contárselo, pero no le he visto, no lo he podido compartir con él. Ahora me dedico a imaginar como será mi lago, el día en que yo navegue sobre él.
4 comentarios:
Buenas, me parece muy sensible y muy bonito el sueño sobre el lago de Gustavo.Pero creo que Gustavo no se ha planteado si al lago le importe que el este alli por pura conveniencia, a lo mejor el lago tambien le apetece que Gustavo lo sienta com el mejor lago del mundo(el que el había soñado y hablabo tanto)sentirse especial..y no solo sentirse como cálido y tranquilo(sentirse como el mar cantábrico y no como el mar muerto.Un saludo.
Precioso as de picas. Además veo que ahora profundizas más y que conoces mejor el mundo de Gustavo. Hablas desde el punto de vista del lago, punto de vista a tener en cuenta y muy interesante. Quizás debiera yo hablar con la Lucy para tener otro punto de mira, pero por el momento al único que escucho es a Gustavo y yo creo que lo que le pasa es que su lago es una mezcla del Mar Muerto con el Mar Mediterráneo, que además alguna vez fue o pudo ser como el Cantábrico (siguiendo con tu juego de palabras aunque faltemos a la geografía) y quizás del que me hablase tanto fuese una especie de lago azul, con un tinte caribeño, más invadido por un sol placentero y una vegetación aun más hermosa. Planteo cuestiones. ¿Sucumbirá Gustavo en su lago?, ¿o se verá atraido por sus cálidas aguas?. ¿Son más importantes sus deseos o más importante la calma de sus aguas mansas?. Desde el otro punto de vista... ¿se dirigirán sus aguas hacia un tsunami como una fuerza irremediable y agonizante?, ¿o el lago agradece la navegación de Gustavo?. Un fuerte abrazo, as de picas. Te agradezco tu continuidad así como tu sensiblería agradecida y oportuna.
Buenas, ahora con lo del cambio climático puede que derrepente ese lago cálido..en el cual tu navegas y dudas tanto de seguir navegando por el, se vuelva como el mar atlántico y no deje ni si quiera que te acerques, no quiere que un conformista se quede en sus aguas si de verdad no es lo que busca, normalmente esos lagos de aguas cálidas son los más queridos por todo navegador que entienda bien de mareas y de corrientes..muchas veces vemos como otros marineros navegan por ese tipo de mares peligrosos donde se juegan la vida día a día, pero ellos realmente lo que quieren es navegar por un lago en el cual se sientan comodos y puedan disfrutar de la vida,y si encima ese lago de vez en cuando cambia sus aguas y puede resultar ser un mar cantábrico ya es la ostia..yo que soy Marinero de muchas aguas me quedo con el...¿dónde tengo que comprar las entradas? un saludo
¿Me confundes con Gustavo?. ¿Te atraen más las aguas tranquilas que el riesgo de navegar por unas más divertidas?. ¿Crees que con la calma la vida está garantizada o a veces necesitas de experiencias que conlleven riesgos que son los que realmente te satisfacen?. ¿Quién es conformista?. As de picas, siento contestarte con preguntas, pero he ahí el quiz de la cuestión que atormenta a Gustavo. Hasta pronto.
Publicar un comentario